jueves, 30 de julio de 2020

Segunda parte: LA VIDA INSTITUCIONAL...

LA VIDA INSTITUCIONAL, UNA ESCUELA...

Segunda Parte

Ciertamente estas personas, como todos aquellos que a su edad, deambulan por la vida con los ojos y los oídos abiertos, han tomado conciencia de alguna manera tangible de la flagrante pobreza de algunas familias, que clama al cielo, y de la enorme brecha que divide a la sociedad humana. ¿Y las consecuencias de esto? Algunos pueden haberse quedado perplejos y, llenos de inquietud interior, buscando una explicación, otros habrán visto desmoronarse todos sus ideales sobre la santidad de la Iglesia y el sacerdocio, o por lo menos se han sacudidos hondamente. En resumen, una persona puede llegar a esta conclusión, otra puede llegar a otra, pero en un punto, creo que todos estamos de acuerdo: nuestra autoeducación que hasta ahora no ha pasado la prueba de la vida práctica, tiene un grave defecto; de lo contrario no estaríamos completamente desorientados ante las cuestiones sociales. Y de esto se deduce la convincente conclusión: el error que cometimos debe ser corregido. Debo poner toda mi energía en educarme para la comprensión social y el trabajo social.

Esto, creo, es el regalo, la gracia que queremos implorar hoy de nuestra Madre celestial. Sí, bendita mujer celestial, ¡toma nuestros corazones y fórmalos según el tuyo! Mientras tanto, yo trataré de responder dos preguntas para tus hijos, una es por qué y la otra cómo debemos autoeducarnos para el trabajo social.

 ¿Por qué debemos y tenemos que autoeducarnos para el trabajo social?

1.    El cómo.

1. Mis queridos congregantes. ¿Por qué debemos educarnos para el trabajo social? Respondo con un imperativo múltiple, que está incluido en tres títulos que con razón reivindicamos: Primero persona moderna; segundo, congregante; tercero, futuro sacerdote.

Puedo presuponer una idea generalmente conocida y aceptada por todos: debemos educarnos para todo lo que la vida práctica nos exigirá más adelante. Porque de la nada no surge nada, menos aún en el hombre, que no puede hacer nada – ni siquiera comer ni caminar -  si no lo ha aprendido de antemano. Por lo tanto, es suficiente para nuestro propósito demostrar que, por este triple título de honor, tenemos el sagrado deber de ser socialmente activos.

Somos personas modernas. Uds. conocen la característica frase del antiguo filósofo griego: el hombre es un animal político, un animal social, un ser social. En otras palabras, no es exclusivamente autosuficiente, no está solo, separado de cualquier comunidad y sociedad humana. Es un eslabón de una gran cadena continua, parte de un gran organismo vivo: la familia humana. En su ser y en su obrar, en la satisfacción de toda clase de necesidades, ya sean físicas, espirituales o intelectuales, tiene que contar con la ayuda de sus semejantes, debe también compartirles sus bienes y ejercer sobre ellos una influencia favorable, vigorizante y promotora. Habiendo salido de la sociedad, también está destinado a ella.

Debemos aferrarnos tenazmente a esta verdad inquebrantable de la ley natural y luego dar el curso correcto a nuestro esfuerzo por la perfección.

Por lo tanto, si a veces, por las decepciones, o como resultado de un vago anhelo o una infeliz disposición naturalmente heredada, tenemos impulsos de separarnos de la sociedad, para apartarnos de los demás y seguir nuestros propios caminos, para jugar al ermitaño y al solitario, y así peregrinar sin ser molestados hacia el ideal de la perfección imaginada - ¡fuera con estas ideas! Son una fuerte tentación para nosotros porque no están orientados al altísimo faro de la verdad moral natural: el hombre es un ser social. No vamos a entrar ahora en el cómo se puede justificar la vida de un ermitaño, no es el momento. Para nosotros permanece el deber de mutua asistencia e influencia material, moral y religiosa. Para nosotros es y permanece eternamente verdadero: cuanto mejor y más duraderamente podamos influir, apoyar y asociarnos con otros en esta relación, más perfectamente habremos desarrollado la idea del hombre en nosotros. Toda influencia, apoyo y asistencia debe, sin embargo, estar naturalmente en sintonía con la situación actual, aplicada a nosotros: con las necesidades modernas de nuestro tiempo. Las necesidades más grandes y urgentes de nuestro tiempo las solemos llamar generalmente como miseria social, y la actividad dirigida a reducir o eliminar esta miseria: trabajo social, trabajo en la solución de los problemas sociales…

2. Pero, mis queridos congregantes, he tardado demasiado en el primer punto. Decir más sobre esto sería como llevar búhos a Atenas [1], o llevar agua al Rin. Estamos más interesados en la segunda cuestión práctica: ¿Cómo podemos y debemos educarnos para el trabajo social?

 

Recuerden la doble tarea que esta educación tiene que resolver. Debe conducirnos a:

1.    reconocer las causas de los grandes agravios sociales de nuestro tiempo,

2.    utilizar los medios que puedan eliminar los agravios. Por tanto, comprensión social y acción social.

El establecimiento de una “sección social” sería en sí mismo la forma más adecuada de transmitir la comprensión social. En las circunstancias actuales, sin embargo, esto implicaría una peligrosa fragmentación de nuestras fuerzas. Por lo tanto, debemos encontrar otras formas de ayudarnos. Y esto se puede hacer muy bien por las otras dos secciones existentes, si se manejan adecuadamente. La “sección misionera” ya ha incluido en su plan de trabajo disertaciones sobre San Vicente de Paul y Ozanam. Qué fácil es aprovechar esta oportunidad para investigar las causas profundas y últimas de las tensiones sociales actuales. Sólo hay que identificar y destacar hábilmente los momentos pertinentes. Y cuando hablamos de la miseria de los paganos y las acciones de caridad existentes, cuán obvio es comparar esto con la clamorosa necesidad de nuestras grandes ciudades y los medios oficiales y privados de prevención y alivio. Y qué gratificante y comprensible sería una breve confrontación y examen de las causas respectivas en este contexto.



[1] Dicho de Aristófanes, en la comedia “Los Pájaros” (nota del T.)


lunes, 27 de julio de 2020

VIDA INSTITUCIONAL Y ACCIÓN SOCIAL P. KENTENICH

LA VIDA INSTITUCIONAL, UNA ESCUELA DE PENSAMIENTO Y ACCIÓN SOCIAL 

(septiembre – octubre 1914)

P. José Kentenich [1]

Primera parte (de tres)

Contexto: 

Esta charla se encuentra entre los llamados tres discursos sobre la "formación de lo cotidiano", que el P. Kentenich, ya como director espiritual, entregaba una vez a la semana a los seminaristas Palotinos de Schoenstatt.

Novedosamente, estas charlas incluían temas de mucha actualidad, de formación del carácter (más sicológicas), y de diálogo con los estudiantes adolescentes (algo muy inusual en esa época).

En este texto, se destaca ya el pensamiento orgánico que comenzaba a desarrollar el P. Kentenich, pues lo social estaba íntimamente interrelacionado en la:

1.    Oración personal de mañana y noche (fe personal, no solo comunitaria),

2.    Comprensión social y la acción social, y

3.    Examen particular.

No deja de ser interesante, que en ese momento existían la sección misionera y la sección eucarística. Y el P. Kentenich desarrolla la posibilidad de que se funde una “sección social”.


La vida institucional, una escuela de pensamiento y acción social [1]

El famoso explorador africano Henry Stanley, escribió una autobiografía que fue publicada por su viuda después de su muerte. Lo que nos interesa particularmente es un evento de la juventud de Stanley, a la temprana edad de 5-6 años, el desafortunado niño tuvo que dejar la casa de sus padres y mudarse al temido asilo de niños St. Asaph. "Ningún ilota[2] griego o esclavo negro", escribió más tarde él mismo, "ha tenido que soportar tal disciplina como los chicos de St. Asaph bajo el fuerte puño del maestro de escuela James Francis". Cuanto más severa la disciplina y la dureza, más grande y tormentoso se volvió de repente el deseo de Stanley por el refrescante y vigorizante sol del amor. "Debía tener 12 años antes de darme cuenta de que para un niño una madre era algo inevitablemente necesario". ¡Cómo latió su joven corazón hambriento de amor cuando escuchó que su madre estaba de visita! "Mi primer sentimiento fue que estaba encantado de tener también una madre y un medio hermano y media hermana”. El siguiente sentimiento fue de curiosidad sobre cómo era ella y si su llegada cambiaría mi situación. Francis (mi maestro) se acercó a mí durante la comida, cuando todos los internos estaban reunidos, señaló a una mujer alta con una cara redonda y alargada y una gran bola de pelo negro en la parte posterior de su cabeza y me preguntó si la reconocía. "¡No, señor!" ¿Qué? ¿ni siquiera conoces a tu propia madre? Me estremecí con la cara colorada, mirándola tímidamente y notando cómo me miraba con una mirada fría y penetrantemente crítica. Me parecía que debía desbordar de cariño hacia ella, pero su expresión era tan fría que mi corazón se cerró de golpe.

"No sé si nosotros, mis queridos congregantes, podemos ponernos en el estado de ánimo del niño amargamente decepcionado”. Creo que nuestra propia experiencia puede ser el factor decisivo. También me gustaría dejar abierto, si ya hemos penetrado tanto en la vida interior, sobrenatural, que sintamos en nosotros un ardiente anhelo de un cálido amor maternal, que estemos convencidos de la necesidad ineludible de una madre sobrenatural. La importancia de esta convicción y de este amor para nosotros, se puede ver en el hecho de que casi por sí solo determina el grado de nuestra devoción práctica y entusiasta por nuestra Congregación, que nos ha dado, por así decirlo, la perdida, olvidada o incomprendida Madre celestial de nuevo. ¿O debería María haber frustrado nuestras expectativas como la madre del joven Stanley? ¿También ella nos enfrentó fría y repulsivamente? ¡Oh no, mis queridos congregantes, y mil veces no! Desde que la encontramos de nuevo, ha obrado en nosotros todas las cosas buenas y bellas que nuestra congregación ha logrado. Para nuestra gran satisfacción y alegría, pudimos experimentar la verdad de las palabras de nuestro venerable fundador en nuestro propio cuerpo y vida: ¡Oh, qué milagros (de gracia) obrará mi Señora! Ella es la gran misionera. Experimentaremos estos milagros de la gracia aún más a menudo si nos esforzamos por convertirnos en congregantes cada vez más perfectos. Me parece que hoy la Virgen nos mira hoy con especial amor y ternura. Al igual que su estatua de allí, también puede en realidad con su mano derecha señalarnos su corazón: ¡Mira aquí mi cálido y rico corazón de madre! La mano izquierda está extendida y dirigida anhelante hacia nosotros: ¡Niño, ven, dame, préstame tu frío, sensual, insensato corazón, para que lo sumerja en el mío y lo abrigue y encienda con un santo ardor! Aceptaste con gratitud la pequeña chispa de amor de Dios que te di en la última reunión de la iglesia y, a pesar de las dificultades que se interpusieron en el camino, la preservaste y la encendiste valientemente superando el respeto humano. Te observé con emoción cada mañana y cada noche. Vi cómo luchaste. Pero has quedado vencedor, probaste que eres mi hijo. Hoy seré más generosa para demostrarte que soy tu madre. ¡Escoge lo que quieras! ¡Mira, mi corazón está abierto ante ti! El tuyo está en mi mano. ¿Cómo le doy forma? ¿Qué fuego le he de entregar?

Antes de expresar nuestro deseo, nuestra petición, consideremos primero nuestras necesidades.

Como personas razonables y decididas, hemos empezado a tomar las experiencias que hemos hecho durante las vacaciones como punto de partida para mejorar y completar nuestra autoeducación para la vida. ¿Dónde nos hemos equivocado?

Después de una interrupción de varios meses, han vuelto ustedes a pasar más tiempo con sus antiguos compañeros de escuela, sus parientes, sus hermanos y sus padres. Todos ellos trabajan tal vez en una fábrica, en una empresa o independientemente como artesanos o agricultores. ¿No han notado nada? Con el paso de los años, su visión se ha vuelto más crítica. Bueno, ¿qué han visto y oído? ¡Cuántas veces, resonaron acordes armónicos en sus oídos, de los sentimientos melancólicos y del júbilo entusiasta de los días de la movilización! Y el texto de esta melodía decía "En la guerra no hay distinciones de clase, pobres y ricos, altos y bajos: todos sin excepción, todos los aptos tienen que partir, todos corren la misma suerte, ya que llevan el mismo uniforme gris”. Pero cuando las cosas se habían calmado un poco, cuando la vida económica se recuperó, entonces se alzaron otras voces, que significaban un estridente descontento con la imponente unidad en las circunstancias de la guerra. Muchos de los que nos rodean tiraron de mala gana de los grilletes opresivos de su puesto, con una mirada envidiosa y rencorosa al dueño de la fábrica, al empleador, al director, al párroco: a todos los que han tenido mejor suerte. Tal vez algunos de estos descontentos también han abierto las compuertas de su elocuencia y sus ideas subversivas han brotado a borbotones para eliminar las diferencias de clase y el orden social actual. Todo esto sonaba más plausible y justificado para ustedes, estudiantes de un internado, alejados del mundo, tanto más posible y justificado cuanto realmente sus ojos curiosos encontraron confirmados muchos de los agravios de los que se habían quejado. Y así ustedes, mis queridos congregantes, se convirtieron inconscientemente en social-demócratas en miniatura... Pero esto es probablemente cierto para muy pocos de nosotros, ya que muchos de nosotros pasamos sus vacaciones, plenas de trabajo y bajo la sombra protectora de un pueblo pacífico.



[1] Insertado por el editor, sin título en el manuscrito

[2] Esclavo


sábado, 25 de julio de 2020

EL P. KENTENICH FUE POBRE




EL P. KENTENICH FUE POBRE
María Ximena O'Ryan S.

Al iniciar la lectura del texto ofrecido para este taller en la presentación, aparece una frase que me conmovió. “El Padre Kentenich fue pobre”. Al reflexionar sobre su historia, desde su concepción (aparentemente no deseado) la situación familiar de su madre, lo que sabemos de su niñez que todo escaseaba; tanto así para que su madre en muchas horas de discernimiento optara por llevarlo y dejarlo en un orfelinato. En nuestro país llamaríamos un niño SENAME.

Tal vez encontramos en esta raíz tan profunda de su historia personal, que hace que nuestro Padre tuviera una especial sensibilidad frente al tema pobreza. No era teoría. El, la había experimentado desde su nacimiento.

Es también en el campo de concentración de Dachau, donde nuestro Padre experimenta la crueldad expresada en la pobreza material, de alimento, de espacio, de vivir en un infierno donde se trata del despojo de la dignidad humana para hacerlos esclavos de un régimen.

Resulta importante que el PK siempre ve la pobreza material y la pobreza espiritual como un todo, ya que la solución que el propone tiene una dimensión integradora en el ser humano y su dignidad.

CAUSAS DE LA POBREZA Y SU VIGENCIA HOY EN NUESTRA PATRIA

Una de ellas es el sistema económico vigente. ¿Es hoy en Chile una de las causas del deterioro de la convivencia país? Un trabajador con ingreso que no permite una vida digna. Una iglesia distanciada de las necesidades reales de la mayoría y que su evangelización aparece descarnada y sin respuesta a la crisis.

UNA REVOLUCIÓN, PERO COMO DIOS LA QUIERE

No sólo cambiar actitudes, luchar por cambiar la situación.

Coloquemos a la persona en el centro de nuestro empeño por reformar la sociedad

Salvemos su dignidad y sus derechos fundamentales a la libertad y a la propiedad privada.

En definitiva, una revolución que integre lo religioso moral a las otras dimensiones del ser humano. ¿cómo aportamos como schoenstattianos a esta revolución?

 


jueves, 23 de julio de 2020

No solo actitudes, sino también crear situaciones sociales




No solo actitudes, sino también crear situaciones sociales

Verónica Bunster P. 

Ciertamente, toda la vida del p. Kentenich hacia la adultez estuvo rodeada de ambientes carentes y desprovistos de necesidades básicas. Me impresionaron vivencias como: “en el orfelinato, sólo los días domingos contaba con un par de zapatos”, en el seminario regalaba sus frazadas para quienes pasaban más frío, con gran preocupación se enteró también de la discriminación sufrida por algunos jóvenes al regreso de la guerra por las diferencias de clases sociales y Dachau fue una experiencia de muerte, de locos, de esclavos y de paganos. Todo lo conducía a una misión hacia los más necesitados, sensibilizando a sus alumnos en la solidaridad cristiana, para enfrentar la miseria. Pronto la Divina Providencia le abriría un nuevo camino, solicitado por el papa, para dedicarse con su movimiento a la formación del pueblo de Dios, y abarcaría la miseria, no sólo desde la perspectiva material, sino también en la carencia de lo religioso, moral y espiritual.

Es así como el p. Kentenich con su experiencia de vida y en el contacto con la realidad humana y sus carencias, busca las causas de la pobreza y se dedica por completo a la dignidad  y vida del hombre para que éste encuentre su plenitud. De ahí su análisis y críticas a  los sistemas sociales, estructuras económicas e instituciones políticas. Derechamente habla del capitalismo como una forma de esclavitud al sistema por quienes no poseen más que su capital humano como trabajo y fuente de ingreso, la tecnologización y mecanización como una forma de desintegrar a la persona y bloquearle la creatividad y todo esto, con una frágil o nada de base religiosa, que sustente su existencia. Por otro lado, el bolchevismo que se preocupa de resolver lo material y económico en un ámbito netamente terrenal, incitando a la revolución del proletariado.

El p. Kentenich nos dice que la falta de pan (material, vivienda, trabajo, etc), de hogar (libertad, trascendencia y comunidad) y de vínculo con Dios, finalmente, lleva al hombre a una sed de felicidad y de ser valorado en su persona y, a mi entender, pienso que eso lleva al hombre a adecuarse al sistema, sea cual fuere, y a las condiciones que le cubran esta sed.

Desde mi adolescencia me fui formando con un p. Kentenich muy educador y paternal, marcado por su audacia y confianza en la Divina Providencia a través de su profunda vivencia de la alianza de Amor con María y su paulatina expansión de su carisma marcado por la formación del hombre nuevo que renueve este mundo en Cristo con un espíritu mariano, conformando una comunidad nueva, diferente. En este contexto, me sorprende esta arista de su preocupación particular y vivencial por lo social, por los más segregados y pobres, que siempre eché de menos en su legado, pero que no dice relación con el paternalismo solidario, al cual uno, ya de adulto, se ha ido acostumbrando.

En su don profético, nuestro fundador busca encontrar soluciones profundas que aquejan las necesidades sociales que apuntan a dignificar al hombre y su tensión con la comunidad y los sistemas políticos, económicos y sociales del mundo entero. Si bien es cierto, no sólo nos invita a cambiar actitudes, sino también a luchar por cambiar la situación. Pero alude a que no se puede abarcar todo y debe partir desde algo central, y pienso que es desde lo más pequeño, que es cada uno de nosotros que comienza a tomar conciencia y transformar el corazón para ponerlo al servicio de esta transformación. Se trata de ser consistente en nuestra manera de pensar, actuar y amar haciéndolo consecuentemente con el evangelio, seguir las huellas de Cristo, pero de la mano de María. En la medida que tengamos un trato digno, justo y solidario (apoyo espiritual, moral y religioso) con quienes trabajan en mi casa, en nuestro lugar de trabajo, con nuestros hijos y pololos, ya estaremos aportando un granito de arena para producir inicios de transformaciones. No sólo actitudes, sino situaciones. Transformaciones profundas del corazón. Educar y dejarse educar, escuchando, conduciendo, acompañando y despertando vida en la valoración de las personas.

 


martes, 21 de julio de 2020

EL P. KENTENICH Y LA POBREZA



El p. Kentenich y la pobreza, por Ignacio Ramírez


Ante todo, expresar que no siempre conocemos todo el espectro de pensamiento del p. Kentenich y en particular que ha abordado el ámbito de la problemática social de la sociedad y de sus integrantes y en especial abordando la pobreza.

Me parece que el p. Kentenich tiene por una parte la autoridad moral para hablar de la pobreza dada su propia experiencia personal de su vida y por otra parte de su calidad espiritual y de fe. Su vivencia de vida pobre desde niño y su experiencia como educador de jóvenes en momentos críticos de la historia (circunstancias de guerra) y su propio padecimiento de esta misma y esa capacidad para percibir la fragilidad y padecimiento del ser humano en esas circunstancias.

Lo importante del pensamiento social del p. Kentenich respecto de la pobreza, es que nos abre nuestra mirada desde lo estrecho o limitada meramente en lo económico hacia diferentes rostros o aspectos de la pobreza de las personas, aquellas asociadas al alimento, al hogar, a los derechos, sino que también de pobreza religiosa aspectos que pudo propiamente experimentar como en momentos de sufrimiento (campo de concentración) las personas muestran una ciudad de muerte, de locos, de paganos; marginación por la raza. Es decir, no sólo desde el punto de vista espiritual sino también haciéndose cargo de los casos concretos de dolor y pobreza, de necesidad y carencia.

Teniendo presente que el p. Kentenich educaba a los jóvenes en sensibilidad y discernimiento en los problemas sociales y pobreza con una “sensibilidad social cristiana” nos debemos preguntar si ante “el despertar de Chile”, ¿estoy mirando y evaluando o juzgando con esa mirada que el p. Kentenich educaba?  Por otra parte, al igual que la guerra entre esos jóvenes transitoriamente superaron la discriminación de clases, actualmente la Pandemia también nos está llevando a sensibilizarnos que pega a todos por igual. Sin embargo, podemos asumir razonablemente que al igual que aquellos una vez pasada la situación concreta volveremos a la misma discriminación.

Como nos enseña el p. Kentenich la solidaridad entendida como mutuo apoyo material, moral y religioso, debe ser un valor de permanente vigencia.

Podemos concluir que la pobreza como parte de la problemática social es un tema más complejo que solo lo material y que requiere abordarse desde una mirada integral del ser humano. Diría que a menudo nosotros pasamos por alto esta mirada “integral” (de los sistemas sociales, modelos económicos, estructura política).  Mas bien le damos una mirada “politiquera” (bando político).

El p. Kentenich poniendo su mirada desde un trabajador (obrero) identifica que vive una doble esclavitud: la del sistema y la del capitalista, encontrando que las causas de la pobreza provienen de:

  • sistema economicista, materialista, capitalista; que lleva a desnaturalización del trabajo y pérdida de su sentido;
  • industrialismo, tecnificación y mecanización del trabajo (hacedor de cosas no creativo), y nueva forma de estado;
  • creciente separación de la Iglesia con el pueblo y la debilidad de la fe.

La propuesta de Schoenstatt se centra en la necesidad de preocuparse por todo el hombre y hacerlo a través de la educación de valores religiosos y morales, teniendo visión universal (para todos y todas las dimensiones de la persona y una visión liberadora de su relación con Dios y de los aspectos económicos, políticos, sociales, morales, etc.

Si miramos los acontecimientos en nuestra sociedad de colusión y de sobornos en la política podemos deducir la existencia de esta falta de moral.

Para evitar el riesgo que la propuesta de transformación religioso moral se convierta en algo meramente espiritualista creo en lo personal debe partir esta educación por uno mismo, pero como Dios quiere. En lo grupal como Familia de Schoenstatt deberíamos tener un foco específico de concentración y que nos permita concretar una transformación.


domingo, 19 de julio de 2020

Develando el pensamiento social del Padre Kentenich


Develando el pensamiento social del Padre Kentenich, a través del análisis del “Nuevo Orden Social y la Pobreza”, del p. Juan Pablo Catoggio.
Rocío Rosales y Tomás Márquez 

No ha sido fácil comprender la mirada social que del P. Kentenich, a través de algunos documentos trabajados, debido particularmente a que no podemos dejar de contrastar el Schoenstatt que vemos hoy en Chile frente a lo que piensa el Padre. Pareciera que su historia en particular no se considerara como un cimiento concreto que permita sostener la intencionalidad de generar un cambio social como camino hacia el desarrollo del “hombre nuevo en una nueva comunidad”, vemos más bien, obstáculos e interpretaciones ajustadas y sometidas a miradas que tienden a acomodar su visión social. Algo así como –no -acciones para evitar incomodar y generar discusiones que de alguna u otra manera podrían llegar a polarizar nuestras miradas.

El documento nos presenta al Padre, un hombre que vivió en carne propia la pobreza y la marginalidad de haber nacido de una madre soltera, sin recursos y con una precariedad pocas veces reconocida por nosotros. En este sentido,  pareciera que su historia siempre comienza en la guerra, para luego saltarnos al campo de concentración y después al exilio de Milwaukee. Esta es una de las razones por las cuales es tan relevante poder ir descubriendo su pensamiento social a través de diferentes charlas y fragmentos que proféticamente siguen vigentes el día de hoy.

Al hablar de la situación del pueblo pobre, nos sitúa en el hombre real, aquí y ahora, nos referimos al trabajador asalariado que “es esclavo en dos sentidos: del sistema, al igual que el capitalista, y, además, del mismo capitalista […]” (p.6). Extraordinariamente la causa sigue siendo la misma que menciona el Padre: “[…] la crisis del sistema”, que si bien en el texto se denomina economicista, materialista y capitalista, hoy en día es el “neoliberalista”, lo que abre paso a un nuevo sujeto proletario, el hombre y la mujer como seres endeudados.

Ahora bien, la brecha se acrecienta si hablamos respecto de la separación de la Iglesia y el pueblo, no solo se debe a la diferencia de lenguaje y vivencia de mundos distintos, nosotros vemos que también a la comodidad de establecer dos caminos de vida; el religioso - espiritual y el cotidiano – laboral. Si bien en el documento no se menciona, hoy en día, esto se ve amenazado además por la situación valórica que presenta la Iglesia institucional (jerárquica) a nivel mundial producto de los escándalos de pedofilia que le han hecho perder credibilidad y sustento moral para hablar con autoridad.

Si bien el panorama de nuestro presente se ve en precarias condiciones, es tiempo de volver al Evangelio y la mirada que Cristo y María nos permiten iluminar desde una nueva perspectiva. Desde ese aspecto, nos reconocemos personas seguras y confiadas que Schoenstatt es una respuesta, comenzado por nosotros mismos “cambiar actitudes” pero además “luchar por cambiar la situación” (p. 11). Hoy se requiere esa revolución a través de la educación: “formación del hombre integral mediante una educación unilateralmente orgánica de los valores religiosos y morales” (p.12). ¡¡¡Como gran desafío del Schoenstatt de hoy!!!

 

 

 


sábado, 18 de julio de 2020

LA DIGNIDAD HUMANA. PRINCIPIO Y FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS

LA DIGNIDAD HUMANA. PRINCIPIO Y FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS

(Base de encuentro entre secularismo y cristianismo)

Marcelo Lorca S. 

Probablemente uno de los elementos más importantes -la impronta- del padre José Kentenich respecto de la importancia de abordar los problemas sociales, radica en el reconocimiento de la profunda dignidad del hombre, especialmente importante después de su propia experiencia como prisionero en Dachau, que lo entronca con los fundamentos de la Doctrina Social de la Iglesia.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos menciona que todas las personas son libres e iguales en derechos; es decir, da reconocimiento a la dignidad humana, plasmada en tratados internacionales, así como en diversas legislaciones. Así lo expresa: Considerando que el reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales e inalienables constituye el fundamento de la libertad, de la justicia y de la paz en el mundo…

Por su parte, el Artículo 1° de la Constitución Política de Chile declara: Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”

La dignidad humana es el derecho que tiene cada uno de ser valorado como sujeto individual y social, en igualdad de circunstancias, con sus características y condiciones particulares, por el solo hecho de ser persona (https://www.milenio.com/opinion/varios-autores/derechos-humanos/la-dignidad-como-derecho-humano).

Sin embargo, la dignidad como concepto ha sido materia de profundo debate, a propósito de muchos tópicos de la vida humana (vgc, aborto, eutanasia, eugenesia y muchas más). Ello ha privado a la dignidad del trasfondo que la volvía, al mismo tiempo, sagrada e indiscutible. Por eso es que, ya en muchas ocasiones, la Declaración de 1948 o nuestra propia Consitución se constituyen en declaraciones programáticas y no ejecutivas.

Por ello, muchos juristas han puesto en duda la pertinencia operatoria de la noción de “dignidad” en derecho, por tratarse de una noción confusa, incapaz de proveer principios claros, que introduce afectos, pasiones y consideraciones morales o filosóficas.

Sin embargo, a estas alturas ya es un hecho de la causa que La Declaración de los Derechos del Hombre y todos los demás textos que han reconocidos diversos derechos humanos son documentos que, al menos del lado propiamente jurídico, dan derecho a una cierta orientación y protección. Si bien la noción de dignidad no es transparente, adquiere su claridad precisamente porque ella es la apuesta de un combate en contra de la barbarie vivida durante la 2ª Guerra Mundial.

Concedamos que la idea de dignidad puede ser confusa en sus contornos, especialmente considerando razones religiosas, políticas o sociales. Probalemente hay varias razones para esto:

a)    la dignidad y su idea nos llegan a través de las experiencias (las nuestras o las de otro), como pasó con el padre Kentenich.

b)    la dignidad aparece manifiesta cuando ha sido ultrajada, negada o desconocida, de modo que las experiencias (ser ultrajado o herido) parece preceder al sujeto (la dignidad), suscitarlo y revelarlo a sí mismo. Así, fuera de los momentos en que viene a reconquistarse la dignidad, arriesga rápidamente con degenerar en autosatisfacción o en suficiencia.

c)    De este modo, parecerían haber muchas “dignidades”, dependiendo del caso o perosnas afectadas (mujeres, niños, negros, inmigrantes y un largo etc.), sin que sea posible reconocer “la” dignidad como general y única, generándose mecanismos de protección específicos para cada grupo violentado.

La dignidad es más bien reconocida que conocida y no se aclara o no adquiere un rostro sino en las luchas que la humanidad ha dado cuando esta dignidad ha sido pisoteada, las que forzosamente han sido parciales (hace un año por la dignidad de las mujeres, hoy por la dignidad de los afroamericanos). Si no es posible partir de una definición de la dignidad que delinearía todos sus contornos, sintetizaría todos los rostros y ofrecería una base de acuerdo, de una vez por todas, la lucha por el reconocimiento de la dignidad humana siempre será parcial.

De ahí la crucial importancia y el aporte de una visión de la persona humana en términos “totales”, sin distinciones, condiciones o separaciones, para crear un nuevo orden social que respete a todos como verdaderamente iguales y merecedores de respeto y consideración. Un nuevo orden social requiere hoy, más que nunca, una conversación y encuentro entre cristianos y no cristianos (creyentes y no creyentes, fundado en la dignidad de las personas y su protección. Darle contenido, sustancia y normativa a la dignidad, para que sea protegida en toda circunstancia, por encima de consideraciones políticas, sociales, culturales o económicas, es una buena base de encuentro y conversación entre mundos que hoy aparecen como opuestos o enfrentados, aportando la praxis y doctrina de la Iglesia respecto de la cuestión social (doctrina social), para ampliar y reconocer ampliamente la dignidad humana. Nuestra misión es ir a ese encuentro.


viernes, 17 de julio de 2020

OPCIÓN POR LOS POBRES

Opción por los pobres, por Orlando Valle V.

La Opción por los Pobres (OP) consiste en la decisión voluntaria de encarnarse en el mundo de los pobres para asumir su Causa de liberación. Es decir, la OP no es un simple amor o cariño a los pobres, o una actitud de simple beneficencia hacia ellos, o un simple «amor preferencial» hacia los pobres, como dicen otros.

Todos los creyentes deben realizarla, cualquiera que sea su condición socioeconómica.

Hay quienes dicen que «la OP es un lujo de los que no son pobres, porque los pobres ya son pobres y no pueden hacer la OP». No es cierto. La OP incluye como un elemento esencial el asumir consciente y activamente la Causa de los pobres, y esto no lo hacen automáticamente los pobres por el hecho de serlo; al contrario, muchos pobres no han asumido consciente y activamente la Causa de los pobres y hacen de hecho la opción por los ricos.

Los destinatarios de la opción, es por los pobres reales, los injustamente empobrecidos y desposeídos, pero no aislada sino colectiva y dialécticamente considerados. Es decir, la OP no es opción por los «pobres» en sentido metafórico, aquellos por ejemplo que son «pobres en alegría», categoría en la cual entrarían incluso los ricos. Estos «pobres en alegría» son dignos de atención y misericordia, pero por otro capítulo, no por la OP. 

Ya se sabe que a lo largo de la historia la Iglesia estuvo siempre preocupada por los pobres; eso no es nuevo, pero eso no es la OP. A lo largo de los siglos la Iglesia se aliaba con los poderosos para obtener de éstos la ayuda que dar después a los pobres, en forma pues de asistencia, beneficencia, «caridad» … La relación de la Iglesia con los pobres era mediata: pasaba por el rico para alcanzar al pobre. La novedad de la OP consiste precisamente en que es una alianza directamente con el pobre, sin pasar por el rico. 

En la OP la «mejor parte» se la llevan no los pobres sin más, sino los desposeídos que contribuyen activamente a que su situación termine. Es decir, a los pobres rebeldes, a los que se identifican con las justas causas populares y luchan militantemente por la superación de la injusticia, a los «pobres con espíritu».

Los contenidos fundamentales de la Opción por los pobres son varios:

1.  Un elemento de ruptura: optar por el pobre es romper la alianza con quienes lo oprimen. En concreto, optar por los pobres es no optar por la visión y la forma de actuación de los enemigos de los pobres. La OP es lo contrario a la opción por la burguesía, por el privilegio, por el capital. Ello significa que la OP implica un cambio de «lugar social», un éxodo respecto al mundo mental y social en el que uno estaba antes de hacer esa opción.

2.  Un elemento de encarnación o identificación: se sale al encuentro del mundo del pobre, a sus valores y perspectivas, para hacerlos propios. Aquí hay una gama grande de realizaciones, desde quien simplemente pasa a vivir «con» los pobres, hasta quien llega a vivir «como» los pobres.

3.  La asunción consciente y activa de la Causa de los pobres: es una solidaridad con las luchas y prácticas populares, la defensa de sus derechos, el compromiso con su liberación, la afirmación incondicional de la vida y el rechazo insobornable de la injusticia… Así, la OP se convierte en praxis de transformación histórica.

4.   La asunción también del destino de los pobres, que en el tercer mundo pasa normalmente no sólo por las privaciones normales de la vida de los pobres, sino por la persecución y hasta por la muerte «antes de tiempo», «temprana e injusta».


Hay varias motivaciones para optar por los pobres, a distintos niveles.

Una es una motivación puramente ético-racional. Es decir, no hace falta ser cristiano, ni siquiera creyente, para vibrar con la OP (sea con ése u otro nombre). La OP está suficientemente justificada al considerar éticamente la realidad escandalosa e injusta de los pobres. La «indignación ética» que se siente motiva a muchos hombres y mujeres generosos, creyentes o no, a vivir desde esa opción.

Los cristianos, además de esa motivación que también ellos perciben, tienen otra motivación, teologal: la imitación de Dios mismo. Es Dios el que se ha revelado parcial hacia el pobre, el que se ha manifestado precisamente entrando en la historia para liberarlo, el que en Jesús se hizo él mismo pobre y entregó su vida por la Causa de los pobres, como «Buena Noticia» para ellos.

 


jueves, 16 de julio de 2020

Y ATRAVESAMOS EL CHARCO

Y atravesamos el charco, llegando a España y Portugal. 

La pandemia nos ha permitido abrir nuevas vías de comunicación impensadas, y fue así que hemos podido llegar con el Curso - Taller de Introducción al Pensamiento Social del P. Kentenich a España y Portugal.

Paz y Miguel Ángel, nos relatan su experiencia a través de schoenstatt.org

Gracias a la Mater por la experiencia vivida. 

 


NOS INTERESA EL PENSAMIENTO SOCIAL DEL P. KENTENICH, DE SCHOENSTATT

PRESENTACIÓN

Como dice el encabezado, estamos continuando una aventura que comenzó con la realización de un Curso - Taller de Introducción al Pensamiento Social del P. Kentenich.

Orígenes

Terminado un Taller realizado por Paulina Johnson, el primer semestre del año pasado en el Santuario Cenáculo de la Providencia, sobre la relación entre una Encíclica y el pensamiento del P. Kentenich, conversamos con Paulina sobre qué tema podría ser conveniente para el segundo semestre. Un tema poco trabajado y casi desconocido en nuestra familia, era el Pensamiento Social del P. Kentenich, e Schoenstatt.

Por motivos personales, Paulina no podía el segundo semestre y decidimos realizarlo en marzo del 2020, y así comenzamos a elaborar el cómo hacerlo, tanto a nivel metodológico como temático. Estando en la preparación, en octubre vivimos abruptamente el Estallido Social que se produjo en nuestro país. Independientemente de la forma, percibimos que, tras esta situación, existía un llamado del Padre a profundizar en su pensamiento social.

Fue esa situación, la que motivó al P. Rafael Fernández, a invitarnos a un grupo de schoenstattianos para mirar hacia adelante, para reflexionar sobre qué hacer, qué caminos tomar en la construcción de la nueva comunidad. Y en esta invitación, coincidimos nuevamente con Paulina. Posterior a este encuentro, nos quedó muy claro por dónde Dios y nuestra Mater, nos estaba encaminando en nuestro actuar para el año siguiente.

Comenzando las actividades formales, en marzo del presente año, habiendo ya elaborado el curso - taller presencial, habiendo iniciado las invitaciones, la publicidad y la inscripción de los primeros participantes, nos encontramos de golpe con el famoso Coronavirus.

Iniciando el camino

Un gran dilema, ¿abandonamos o nos lanzamos en formato on line? Decidimos que el P. Kentenich había enfrentado situaciones peores y como hijos de él, debíamos ser también "audaces en el riesgo", y ¡muy audaces! porque de este formato sabíamos poco. Menos mal que los participantes ya inscritos, nos alentaron y comenzaron a ayudar para llevarlo adelante. Y así, a tropezones y usando WhatsApp, Correo electrónico, Zoom, Google Drive... fuimos dándole forma a un taller que superó ampliamente las expectativas de todos.

Siguiendo la ruta...

Terminado el primer Curso - Taller, y viendo los resultados, decidimos continuar con una segunda versión, la cual se estructuró rápidamente, y con Angélica que asistía desde Argentina. Esto de lo virtual hacía que se traspasasen las berreras de los límites geográficos. Desde España nos decían que habían 4 interesados, pero por el horario era complejo. Con Paulina decidimos trabajar con ellos en un horario adecuado a su realidad, para que ellos lo diesen posteriormente allende los mares. Nuestra sorpresa fue grande, cuando en un dos por tres, Paz y Miguel Ángel montaron un Curso - Taller 3, con 30 integrantes y 14 en lista de espera...

Y aquí estamos

Ya terminados los tres primeros Cursos - Talleres, en proceso de evaluación de los dos últimos, aquí estamos dando otro salto audaz, creando un medio, como es un Blog, que nos permita conocer, conversar y difundir el Pensamiento Social del P. Kentenich y de Schoenstatt.

Queremos que sea un espacio, donde muchas personas puedan conocer, compartir sus pensamientos, dialogar y difundir el Pensamiento Social del P. Kentenich. Es cierto que más de alguno dirá ¿Y la acción social? ¿Y la creación del nuevo orden social? Parodiando al P. Kentenich, este espacio no solo quiere ser un lugar de reflexión, que ya es bueno, sino de compartir lo que se esté realizando. No es nuestra intención decir qué es lo que se debe hacer y cómo hacerlo, sino que mediante el diálogo queremos abrir puertas, buscar caminos…

Y así, en este día de la Virgen del Carmen, queremos colocar bajo su protección, esta iniciativa, para que en nuestra actitud social y acción social, y sobre todo en la construcción de una nueva comunidad, estén presentes los rasgos de Cristo.

 ¿Contamos contigo?

 Rafael Mascayano M.