lunes, 31 de agosto de 2020

Enrique Shaw

"Que en la empresa haya una comunidad humana; que los trabajadores participen en la producción y, por lo tanto, den al obrero el sentido de pertenencia a una empresa; que le ayude a adquirir el sentido de sus deberes hacia la colectividad, el gusto por su trabajo y de la vida, porque ser patrón no es un privilegio, sino una función." 

Enrique Shaw



https://empresa.org.ar/2020/consistencia-y-enrique-shaw/

 


martes, 18 de agosto de 2020

ETHOS DEL TRABAJO

 

¿Qué quiere decir cuando hablamos del “ethos del trabajo”? 

Rafael Mascayano M.

En nuestra vida cotidiana, nos encontramos constantemente ante situaciones en las cuales decimos que son éticas o no éticas. Pero ¿a qué nos referimos con eso? De inmediato nos vienen a la cabeza palabras como justicia o injusticia, a corrupción, dignidad personal, honestidad, congruencia entre lo que hacemos y decimos, responsabilidad, buen trato a las personas, responsabilidad con lo que se realiza, etcétera.

Si lo analizamos, veremos que son acciones, son comportamientos concretos ligados a una forma de vivir, a ciertos principios, a una antropología. Si hablo de la importancia de la relevancia de la dignidad de las personas, se supone que mi comportamiento debe ir ligado a dicho principio; si hablo de la relevancia de la confianza en los demás, mis comportamientos debiesen ir en esa línea; si hablo de la importancia de la verdad, se supone que mis comportamientos serán siempre buscando lo verdadero; y así en todo lo que digo creer. Y cuando eso no sucede, es que surge la situación de incongruencia, de inconsistencia, de poca credibilidad entre los principios a los cuales digo adherir y mi comportamiento concreto.

Cuando hablamos de lo ético o moral, estamos hablando de acciones concretas que van en la búsqueda de la verdad, de la justicia, del amor, van en la búsqueda del buen vivir de las formas que ayuden al ser humano a ser mejor ser humano. Y si esto lo colocamos en clave cristiana, es a vivir en la conciencia de que todos somos hermanos, de que todos somos hijos de Dios, de que todos tenemos derecho a ser felices, a no discriminar a nadie, a que cada persona pueda sentirse co-creador con Dios en la creación de un mundo mejor y no solo con palabras, sino con acciones concretas.

Para el p. Kentenich, el planteamiento tomista de ser causas segundas es muy claro y relevante, estamos llamados a construir el Reino de Dios acá en la tierra, en todas las realidades humanas que nos toca vivir. Por eso nos repite una y otra vez que todo lo humano debe estar traspasado por Cristo, que todo lo humano agrada a Dios y no hay nada que esté fuera de Él. En nuestro lenguaje, todo lo que encamina al ser humano a Dios, es éticamente adecuado, todo lo que lo aleja no es de Dios.

Hernán Alessandri decía que el p. Kentenich no era ni anti marxista, ni anticapitalista, él era anticolectivista, que veía como bueno todo aquello que ayudase a dignificar al ser humano, viniese de donde viniese y estaba en contra de todo aquello que atentara contra la persona, viniese de donde viniese. El p. Kentenich era muy práctico, por lo tanto, buscaba permanentemente el que los schoenstattianos fuésemos a la acción, a las prácticas concretas que ayudasen a las personas ser más personas: un trato adecuado, salarios que les permitan mantener y propender realidades dignas, habitaciones donde las personas puedan crecer y desarrollarse adecuadamente… Hernán nos dice en la Jornada de Montahue: “Lo que al p. Kentenich le interesa es si estamos luchando o no por construir un mundo más personalizado, por una comunidad más humana, independiente de su ideología política”.

Por lo tanto, en el “ethos del trabajo”, hablamos de un conjunto de prácticas concretas que ayudan a que todos los seres humanos tengan las condiciones reales para ser más seres humanos. Es un lugar, un “ambiente” que habla en lo concreto de los principios en los cuales creemos, de un Dios que es verdad, que es justo, que es amor.

Es hacer vida lo que el apóstol santiago nos decía:

"Hermanos, si uno dice que tiene fe, pero no viene con obras, ¿de qué le sirve? ¿Acaso lo salvará esa fe? 15.Si un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse ni qué comer, 16.y ustedes les dicen: «Que les vaya bien, caliéntense y aliméntense», sin darles lo necesario para el cuerpo; ¿de qué les sirve eso? 17.Lo mismo ocurre con la fe: si no produce obras, muere solita. 18.Y sería fácil decirle a uno: «Tú tienes fe, pero yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe a través de las obras." (Santiago, 2, 14-18)

Ya, en su primera charla sobre el pensamiento social que el p. Kentenich les dio a los seminaristas el 2014 en Schoenstatt, tomó 4 puntos que hasta el día de hoy son relevantes: La oración por lo social, el conocimiento social, la actitud social y la acción social. Schoenstatt se construye desde la oración a la acción, y sobre todo en la renovación religiosa moral de nuestra sociedad.

 


martes, 11 de agosto de 2020

LA DOCTRINA SOCIAL, BROTA DEL CORAZÓN

 Susana Arregui G.

Hace unos días mi hija Teresa me mandó un video de uno de mis nietos pequeños. En el video se veía a Mateo, de cuatro años, muy serio y estirado, de pie frente al televisor y con un birrete en la cabeza. Era el día de su graduación de la escuela infantil y, debido a la pandemia, lo estaban haciendo a través de zoom. Al mirarlo me llené de nostalgia, ¡qué pena!, pensé, no puede vivirlo de verdad. Pero al observar a mi nieto, me di cuenta que sí lo estaba viviendo de verdad, para él no había diferencia entre lo presencial y lo virtual.

Entonces pensé en el Padre Kentenich. Para nuestro Padre lo natural y lo sobrenatural estaba unido, la forma que tenía de mirar los acontecimientos y a las personas no era lineal, era global y lo hacía con la mirada de María. Desde esta perspectiva me gustaría contestar a las preguntas del tema.

Una de las cosas que más me impresionan del Padre es que a él le importaba el ser humano en su integridad. En el Acta de Prefundación, de la que se hace alusión el texto del P. Patricio, él habla de la importancia de conocer el interior del hombre, “el micro mundo”, de la necesidad de que los avances y la técnica sea para el hombre y no al revés. Yo creo que ese es el primer principio en su doctrina social: LA DIGNIDAD DEL HOMBRE.

En una de las tarjetitas del “Teléfono del Padre” que podemos coger en la cripta del Santuario se lee: Schoenstatt se construyó desde el servicio desinteresado a cada persona y así debe seguir siendo.

Como decía al principio su mirada iba mucho más allá que la de cualquier persona, porque miraba con los ojos de Maria ¿Cómo experimentó el horror de Dachau? En ese tiempo el padre experimentó de una manera brutal lo que significa para el hombre perder su dignidad, su libertad, todo lo que posee. Y como María, todo lo que vivía lo guardaba en su corazón y lo transformaba en obra y misión para su familia de Schoenstatt.

Me gusta la forma que tenía el Padre de tratar al prójimo, porque lo trataba con respeto, con dignidad, no con un paternalismo barato. A veces entendemos el trato con el pobre así: desde arriba sin ponernos a su altura.

Si pensamos en los retos que tenemos en Schoenstatt respecto a la doctrina social de nuestro Padre yo creo que depende del país en el que estemos. En España tengo la sensación de que aun estamos muy lejos de vivirla. Es verdad que se van dando pasos en ese sentido, pero lo hacemos como separándolo de lo demás, como diciendo: esto es aparte.

La esencia de la Doctrina Social de la Iglesia está en el Evangelio, no hay otra cosa, esta en su ADN. Lo mismo debe ser en Schoenstatt, siendo fieles a la doctrina social de Padre Fundador.

Pienso que algunas veces los proyectos, los ideales los planes pastorales los ponemos por encima de las personas, como si las utilizáramos y así nos saltamos el principio de la dignidad de la persona.

La doctrina social no puede surgir del intelecto, solo puede ser real si brota del corazón. Tenemos que creer que Cristo está en el otro y actuar no porque es nuestro deber sino porque es su derecho.

Nuestro Padre nos enseña a comprometernos con el hombre de nuestro tiempo, nada de lo que sucede a nuestro alrededor nos debe ser ajeno y, como él nos dijo: tener la mano en el pulso del tiempo y el oído en el corazón de Dios.

 

martes, 4 de agosto de 2020

UNA REVOLUCIÓN COMO DIOS QUIERE

Por Rodolfo Monedero Wassmann

Uno de los aspectos que más me atraen del pensamiento social de nuestro padre es que contempla la cuestión social proponiendo, no sólo medidas asistenciales, sino también un trabajo de transformación del mundo, “una revolución, pero como Dios la quiere”.

Y esa transformación la enfoca desde el universalismo y, a la vez, desde la unilateralidad orgánica. Universalismo, porque abarca a todos los hombres y a todas las dimensiones (terrenales y espirituales) del ser humano. Y unilateralidad orgánica, porque propone abordarla por el camino de la educación, educación de uno mismo y educación de los demás.

Todo cristiano y, con mayor motivo, todo schoenstattiano está llamado a trabajar en la educación de sí mismo. Sin embargo, no todos estamos llamados a trabajar directamente en el mundo de la educación de otros. Pero hay muchos modos de influir indirectamente en la educación, desde el testimonio de un comportamiento honesto en los negocios, hasta el trato de respeto a la dignidad humana en la empresa, pasando por una participación en el ámbito político que busque el bien común y no el desprestigio del adversario.

Después de vivir 6 años en Alemania, me ha llamado la atención cómo allí, por ejemplo, cuando un político es sorprendido en un comportamiento poco ético, no le queda otra alternativa que la dimisión. En España, por el contrario, incluso entre partidos con posiciones políticas antagónicas, se tapan unos a otros, porque todos tienen cosas que ocultar. En este sentido es significativo que desde hace unos años, los españoles señalen a los políticos como uno de los mayores problemas de la sociedad española. Y sin embargo la corrupción no es penalizada electoralmente.

El PK habla de un alejamiento de Dios y de la Iglesia por parte del pueblo sencillo y de los trabajadores. En este punto deberíamos preguntarnos si ese alejamiento no tiene una de sus causas en que, como miembros de la Iglesia, nuestro comportamiento ha sido insuficiente en el trabajo de transformación social.

Es cierto que cuando uno investiga y busca, encuentra foros y grupos que, desde la fe, trabajan por una mejora de la sociedad en todos sus niveles. Pero también es cierto que esas instancias no tienen, hoy por hoy, la suficiente visibilidad social como para que sean percibidas por el resto de la sociedad como agentes de cambio.

Nuestro padre señala que a menudo, quienes no sufren carencias sociales viven un ideal matrimonial muy tibio. A las carencias que él señala, podríamos añadir actualmente otras que se han ido dando desde que él diera sus jornadas en los años 30 o en la posguerra europea. Por citar algunas en la España de hoy, aparte de la pobreza y la exclusión social, ya de por sí suficientemente graves, están la crisis habitacional, sueldos insuficientes, el desempleo endémico, una educación cada vez más deficiente y un progresivo alejamiento de Dios.

Por lo tanto, creo descubrir una llamada de nuestro padre a vivir nuestro ideal (personal, matrimonial o de comunidad de Schoenstatt) de forma exigente, y con una clara conciencia social, de modo que seamos capaces de ofrecer un testimonio evangélico y un liderazgo profético para la España de hoy.

 


sábado, 1 de agosto de 2020

LA VIDA INSTITUCIONAL Tercera parte

LA VIDA INSTITUCIONAL, UNA ESCUELA DE PENSAMIENTO

Y ACCIÓN SOCIAL (septiembre – octubre 1914)

Tercera parte

Con la misma facilidad y naturalidad, la comprensión social puede ser transmitida por la “sección eucarística”. Después de todo, ha puesto el misterio central de toda nuestra religión en el centro de su más vivo interés. Iluminada por los rayos de la luz del Santísimo, quiere hacer suyos los impulsos y deseos del corazón de Jesús, reflexionar sobre sus pensamientos, para aprender desde este punto de vista seguro a juzgar y desenmarañar los complejos problemas de la vida moderna, entre ellos la cuestión social. Todavía está por considerar cómo se puede hacer esto en la práctica.

En cualquier caso, estos temas no deben cambiar sustancialmente el carácter de las secciones individuales. De lo contrario tendríamos algo ambiguo y luego, ¡nada!

Sin embargo, mucho más importante que la educación para la comprensión social es la educación para el espíritu social, para la acción social. Es como con todas las exigencias de la vida moral. El conocimiento por sí solo no sirve, como tampoco aprender las reglas de un idioma extranjero o las matemáticas o cualquier otra materia arbitraria tiene mucho propósito. Lo principal es siempre la práctica constante. Y cada ejercicio práctico de una verdad reconocida arroja una luz más brillante sobre ella. De ahí el hecho de que la gente sencilla que vive enteramente de acuerdo con sus creencias, a menudo posee un conocimiento admirablemente profundo y seguro de la religión. Sí, la educación para el espíritu y la acción social, ¡es en lo que debemos centrarnos!

Seguramente pensarán ahora: ¡0h, si yo estuviera afuera en la escuela secundaria, maestro de mí mismo y de mi tiempo, sería uno de los primeros en unirme al movimiento de estudios sociales, pero aquí en la eterna monotonía, donde todo está ordenado con precisión, donde no hay espacio y lugar para la actividad social!

Ciertamente, la vida del internado tiene sus lados oscuros. A menudo he señalado esto y mostrado la manera de convertir estas desventajas en ventajas, las piedras en oro. Pero esta vez la relación se invierte. Esta vez, la educación del internado tiene una ventaja sobre la educación individual. Es cierto que aquí no tenemos oportunidad de practicar la misericordia con los necesitados, pero -con la mano en el corazón- aunque estuviéramos fuera y, muy improbablemente, tuviéramos los medios materiales necesarios a nuestra disposición, ¿incluiríamos realmente la práctica de las obras corporales de misericordia en nuestro horario espiritual? Uno puede dudar de esto hasta que la experiencia nos enseñe lo contrario. Es cierto que no podemos hacer nada espectacular aquí. ¿Los haríamos afuera? Esa es precisamente la extraordinaria ventaja de nuestra vida institucional, que el orden ordinario y cotidiano puede ser un estímulo ininterrumpido para la actividad social. Si tan sólo entendiéramos el arte de conjurar, como Moisés con su bastón, hacer brotar, desde el pedregal de la vida cotidiana, fuentes vigorizantes de acción social refrescante. Bueno, tenemos la varita mágica en nuestras manos: son nuestras “secciones”, que estimulan y aumentan la investigación y la lucha por la perfección integral e independiente, por la autoeducación para la vida práctica. ¿Usará este bastón? ¿O dudan de su éxito? Entonces seguramente tienen una idea equivocada de su tarea. Si queremos desarrollar una actividad social generosa en la vida futura, entonces nuestro mayor acto social ahora debe consistir en la adquisición del espíritu social.

El espíritu social es el espíritu de amor, de bondad, de consideración con los demás, de empatía con las necesidades ajenas y disposición para ayudar con tacto. En una palabra: el espíritu del genuino heroísmo de sacrificio cristiano.

Ahora, gradualmente, una luz está empezando a iluminar sobre nosotros. Lo veremos aún más claramente si señalo que este espíritu social sólo puede existir donde el egoísmo, el egocentrismo y el individualismo son combatidos vigorosamente. ¡Esto nos abre un amplio campo de actividad social!

¡Claro! Cuando se nos dice que el egoísmo irreflexivo es el sello distintivo de un niño mimado, ese carácter sólo comienza a formarse cuando se busca conscientemente la bondad y la consideración por los demás, asentimos con la cabeza como si esto fuera una verdad para nosotros. Con indignación escuchamos a un Nietzsche proclamar sus principios de lucha contra todos los débiles y enfermos. Sin embargo, si miramos más profundamente y más de cerca, podríamos sentirnos como el superhombre egoísta y pedante encarnado. ¿No pertenecemos también a esas personas que siguen siendo egoístas, es decir, en cierto modo infantiles, toda su vida? El único progreso entonces es que el egoísmo irreflexivo se convierte en un egoísmo presuntuoso, arrogante. Son personas alternativamente egoístas y nobles, o suelen ser egoístas y sólo nobles de vez en cuando, cuando sus sentimientos se vuelven fuertes y directos. Todas estas son sólo diferentes formas de egoísmo. Para adquirir el espíritu social, debemos ser, por principio, amables y considerados.

¿Quieren saber ahora sus oportunidades de tu actividad social? Oh, entonces podríamos empezar cada mañana, temprano y terminar por la noche. Podemos enumerar todos los puntos individuales, considerar el horario espiritual y los estatutos desde un punto de vista social. Sin duda sería un tema muy agradecido: "Cómo me educan los estatutos para hacer trabajo social" o tal vez igual de práctico: ¡los juegos comunes, el descanso, las comidas! ¡Todas estas ocasiones pueden ser un gran golpe para nuestro excesivo egoísmo! Por supuesto que podemos evitar, esquivar, refunfuñar y criticar. Pero si lo hacemos, entonces no nos tomamos en serio nuestra autoeducación como acto social.

Pero tal vez les gustaría que yo arrojara algo de luz sobre esto. La tendrán. Un compañero está triste, o encuentra poca simpatía, o no se lleva bien con los demás, es siempre objeto de burlas, lo molestan, le ofenden, se le ridiculiza; nuestro lugar está al lado de la persona que está afligida, con ella seremos especialmente amables y si es posible le defenderemos de los ataques. En cambio, nosotros mismos a menudo torturamos a los demás con nuestro comportamiento, con nuestras bromas. Simplemente no tenemos ninguna comprensión para los sentimientos ajenos. Todos exigimos consideración de nuestros superiores, ¿y nosotros? Recordemos el principio de San Francisco de Sales: "Se pueden atrapar más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre...” ¡y eso vale para nosotros también!

Por lo tanto, más indulgencia, más servicio, humildad, indulgencia en el juicio y participación en la felicidad y la desgracia. Los grandes contra los pequeños... El comportamiento en la sala de estudio...

jueves, 30 de julio de 2020

Segunda parte: LA VIDA INSTITUCIONAL...

LA VIDA INSTITUCIONAL, UNA ESCUELA...

Segunda Parte

Ciertamente estas personas, como todos aquellos que a su edad, deambulan por la vida con los ojos y los oídos abiertos, han tomado conciencia de alguna manera tangible de la flagrante pobreza de algunas familias, que clama al cielo, y de la enorme brecha que divide a la sociedad humana. ¿Y las consecuencias de esto? Algunos pueden haberse quedado perplejos y, llenos de inquietud interior, buscando una explicación, otros habrán visto desmoronarse todos sus ideales sobre la santidad de la Iglesia y el sacerdocio, o por lo menos se han sacudidos hondamente. En resumen, una persona puede llegar a esta conclusión, otra puede llegar a otra, pero en un punto, creo que todos estamos de acuerdo: nuestra autoeducación que hasta ahora no ha pasado la prueba de la vida práctica, tiene un grave defecto; de lo contrario no estaríamos completamente desorientados ante las cuestiones sociales. Y de esto se deduce la convincente conclusión: el error que cometimos debe ser corregido. Debo poner toda mi energía en educarme para la comprensión social y el trabajo social.

Esto, creo, es el regalo, la gracia que queremos implorar hoy de nuestra Madre celestial. Sí, bendita mujer celestial, ¡toma nuestros corazones y fórmalos según el tuyo! Mientras tanto, yo trataré de responder dos preguntas para tus hijos, una es por qué y la otra cómo debemos autoeducarnos para el trabajo social.

 ¿Por qué debemos y tenemos que autoeducarnos para el trabajo social?

1.    El cómo.

1. Mis queridos congregantes. ¿Por qué debemos educarnos para el trabajo social? Respondo con un imperativo múltiple, que está incluido en tres títulos que con razón reivindicamos: Primero persona moderna; segundo, congregante; tercero, futuro sacerdote.

Puedo presuponer una idea generalmente conocida y aceptada por todos: debemos educarnos para todo lo que la vida práctica nos exigirá más adelante. Porque de la nada no surge nada, menos aún en el hombre, que no puede hacer nada – ni siquiera comer ni caminar -  si no lo ha aprendido de antemano. Por lo tanto, es suficiente para nuestro propósito demostrar que, por este triple título de honor, tenemos el sagrado deber de ser socialmente activos.

Somos personas modernas. Uds. conocen la característica frase del antiguo filósofo griego: el hombre es un animal político, un animal social, un ser social. En otras palabras, no es exclusivamente autosuficiente, no está solo, separado de cualquier comunidad y sociedad humana. Es un eslabón de una gran cadena continua, parte de un gran organismo vivo: la familia humana. En su ser y en su obrar, en la satisfacción de toda clase de necesidades, ya sean físicas, espirituales o intelectuales, tiene que contar con la ayuda de sus semejantes, debe también compartirles sus bienes y ejercer sobre ellos una influencia favorable, vigorizante y promotora. Habiendo salido de la sociedad, también está destinado a ella.

Debemos aferrarnos tenazmente a esta verdad inquebrantable de la ley natural y luego dar el curso correcto a nuestro esfuerzo por la perfección.

Por lo tanto, si a veces, por las decepciones, o como resultado de un vago anhelo o una infeliz disposición naturalmente heredada, tenemos impulsos de separarnos de la sociedad, para apartarnos de los demás y seguir nuestros propios caminos, para jugar al ermitaño y al solitario, y así peregrinar sin ser molestados hacia el ideal de la perfección imaginada - ¡fuera con estas ideas! Son una fuerte tentación para nosotros porque no están orientados al altísimo faro de la verdad moral natural: el hombre es un ser social. No vamos a entrar ahora en el cómo se puede justificar la vida de un ermitaño, no es el momento. Para nosotros permanece el deber de mutua asistencia e influencia material, moral y religiosa. Para nosotros es y permanece eternamente verdadero: cuanto mejor y más duraderamente podamos influir, apoyar y asociarnos con otros en esta relación, más perfectamente habremos desarrollado la idea del hombre en nosotros. Toda influencia, apoyo y asistencia debe, sin embargo, estar naturalmente en sintonía con la situación actual, aplicada a nosotros: con las necesidades modernas de nuestro tiempo. Las necesidades más grandes y urgentes de nuestro tiempo las solemos llamar generalmente como miseria social, y la actividad dirigida a reducir o eliminar esta miseria: trabajo social, trabajo en la solución de los problemas sociales…

2. Pero, mis queridos congregantes, he tardado demasiado en el primer punto. Decir más sobre esto sería como llevar búhos a Atenas [1], o llevar agua al Rin. Estamos más interesados en la segunda cuestión práctica: ¿Cómo podemos y debemos educarnos para el trabajo social?

 

Recuerden la doble tarea que esta educación tiene que resolver. Debe conducirnos a:

1.    reconocer las causas de los grandes agravios sociales de nuestro tiempo,

2.    utilizar los medios que puedan eliminar los agravios. Por tanto, comprensión social y acción social.

El establecimiento de una “sección social” sería en sí mismo la forma más adecuada de transmitir la comprensión social. En las circunstancias actuales, sin embargo, esto implicaría una peligrosa fragmentación de nuestras fuerzas. Por lo tanto, debemos encontrar otras formas de ayudarnos. Y esto se puede hacer muy bien por las otras dos secciones existentes, si se manejan adecuadamente. La “sección misionera” ya ha incluido en su plan de trabajo disertaciones sobre San Vicente de Paul y Ozanam. Qué fácil es aprovechar esta oportunidad para investigar las causas profundas y últimas de las tensiones sociales actuales. Sólo hay que identificar y destacar hábilmente los momentos pertinentes. Y cuando hablamos de la miseria de los paganos y las acciones de caridad existentes, cuán obvio es comparar esto con la clamorosa necesidad de nuestras grandes ciudades y los medios oficiales y privados de prevención y alivio. Y qué gratificante y comprensible sería una breve confrontación y examen de las causas respectivas en este contexto.



[1] Dicho de Aristófanes, en la comedia “Los Pájaros” (nota del T.)


lunes, 27 de julio de 2020

VIDA INSTITUCIONAL Y ACCIÓN SOCIAL P. KENTENICH

LA VIDA INSTITUCIONAL, UNA ESCUELA DE PENSAMIENTO Y ACCIÓN SOCIAL 

(septiembre – octubre 1914)

P. José Kentenich [1]

Primera parte (de tres)

Contexto: 

Esta charla se encuentra entre los llamados tres discursos sobre la "formación de lo cotidiano", que el P. Kentenich, ya como director espiritual, entregaba una vez a la semana a los seminaristas Palotinos de Schoenstatt.

Novedosamente, estas charlas incluían temas de mucha actualidad, de formación del carácter (más sicológicas), y de diálogo con los estudiantes adolescentes (algo muy inusual en esa época).

En este texto, se destaca ya el pensamiento orgánico que comenzaba a desarrollar el P. Kentenich, pues lo social estaba íntimamente interrelacionado en la:

1.    Oración personal de mañana y noche (fe personal, no solo comunitaria),

2.    Comprensión social y la acción social, y

3.    Examen particular.

No deja de ser interesante, que en ese momento existían la sección misionera y la sección eucarística. Y el P. Kentenich desarrolla la posibilidad de que se funde una “sección social”.


La vida institucional, una escuela de pensamiento y acción social [1]

El famoso explorador africano Henry Stanley, escribió una autobiografía que fue publicada por su viuda después de su muerte. Lo que nos interesa particularmente es un evento de la juventud de Stanley, a la temprana edad de 5-6 años, el desafortunado niño tuvo que dejar la casa de sus padres y mudarse al temido asilo de niños St. Asaph. "Ningún ilota[2] griego o esclavo negro", escribió más tarde él mismo, "ha tenido que soportar tal disciplina como los chicos de St. Asaph bajo el fuerte puño del maestro de escuela James Francis". Cuanto más severa la disciplina y la dureza, más grande y tormentoso se volvió de repente el deseo de Stanley por el refrescante y vigorizante sol del amor. "Debía tener 12 años antes de darme cuenta de que para un niño una madre era algo inevitablemente necesario". ¡Cómo latió su joven corazón hambriento de amor cuando escuchó que su madre estaba de visita! "Mi primer sentimiento fue que estaba encantado de tener también una madre y un medio hermano y media hermana”. El siguiente sentimiento fue de curiosidad sobre cómo era ella y si su llegada cambiaría mi situación. Francis (mi maestro) se acercó a mí durante la comida, cuando todos los internos estaban reunidos, señaló a una mujer alta con una cara redonda y alargada y una gran bola de pelo negro en la parte posterior de su cabeza y me preguntó si la reconocía. "¡No, señor!" ¿Qué? ¿ni siquiera conoces a tu propia madre? Me estremecí con la cara colorada, mirándola tímidamente y notando cómo me miraba con una mirada fría y penetrantemente crítica. Me parecía que debía desbordar de cariño hacia ella, pero su expresión era tan fría que mi corazón se cerró de golpe.

"No sé si nosotros, mis queridos congregantes, podemos ponernos en el estado de ánimo del niño amargamente decepcionado”. Creo que nuestra propia experiencia puede ser el factor decisivo. También me gustaría dejar abierto, si ya hemos penetrado tanto en la vida interior, sobrenatural, que sintamos en nosotros un ardiente anhelo de un cálido amor maternal, que estemos convencidos de la necesidad ineludible de una madre sobrenatural. La importancia de esta convicción y de este amor para nosotros, se puede ver en el hecho de que casi por sí solo determina el grado de nuestra devoción práctica y entusiasta por nuestra Congregación, que nos ha dado, por así decirlo, la perdida, olvidada o incomprendida Madre celestial de nuevo. ¿O debería María haber frustrado nuestras expectativas como la madre del joven Stanley? ¿También ella nos enfrentó fría y repulsivamente? ¡Oh no, mis queridos congregantes, y mil veces no! Desde que la encontramos de nuevo, ha obrado en nosotros todas las cosas buenas y bellas que nuestra congregación ha logrado. Para nuestra gran satisfacción y alegría, pudimos experimentar la verdad de las palabras de nuestro venerable fundador en nuestro propio cuerpo y vida: ¡Oh, qué milagros (de gracia) obrará mi Señora! Ella es la gran misionera. Experimentaremos estos milagros de la gracia aún más a menudo si nos esforzamos por convertirnos en congregantes cada vez más perfectos. Me parece que hoy la Virgen nos mira hoy con especial amor y ternura. Al igual que su estatua de allí, también puede en realidad con su mano derecha señalarnos su corazón: ¡Mira aquí mi cálido y rico corazón de madre! La mano izquierda está extendida y dirigida anhelante hacia nosotros: ¡Niño, ven, dame, préstame tu frío, sensual, insensato corazón, para que lo sumerja en el mío y lo abrigue y encienda con un santo ardor! Aceptaste con gratitud la pequeña chispa de amor de Dios que te di en la última reunión de la iglesia y, a pesar de las dificultades que se interpusieron en el camino, la preservaste y la encendiste valientemente superando el respeto humano. Te observé con emoción cada mañana y cada noche. Vi cómo luchaste. Pero has quedado vencedor, probaste que eres mi hijo. Hoy seré más generosa para demostrarte que soy tu madre. ¡Escoge lo que quieras! ¡Mira, mi corazón está abierto ante ti! El tuyo está en mi mano. ¿Cómo le doy forma? ¿Qué fuego le he de entregar?

Antes de expresar nuestro deseo, nuestra petición, consideremos primero nuestras necesidades.

Como personas razonables y decididas, hemos empezado a tomar las experiencias que hemos hecho durante las vacaciones como punto de partida para mejorar y completar nuestra autoeducación para la vida. ¿Dónde nos hemos equivocado?

Después de una interrupción de varios meses, han vuelto ustedes a pasar más tiempo con sus antiguos compañeros de escuela, sus parientes, sus hermanos y sus padres. Todos ellos trabajan tal vez en una fábrica, en una empresa o independientemente como artesanos o agricultores. ¿No han notado nada? Con el paso de los años, su visión se ha vuelto más crítica. Bueno, ¿qué han visto y oído? ¡Cuántas veces, resonaron acordes armónicos en sus oídos, de los sentimientos melancólicos y del júbilo entusiasta de los días de la movilización! Y el texto de esta melodía decía "En la guerra no hay distinciones de clase, pobres y ricos, altos y bajos: todos sin excepción, todos los aptos tienen que partir, todos corren la misma suerte, ya que llevan el mismo uniforme gris”. Pero cuando las cosas se habían calmado un poco, cuando la vida económica se recuperó, entonces se alzaron otras voces, que significaban un estridente descontento con la imponente unidad en las circunstancias de la guerra. Muchos de los que nos rodean tiraron de mala gana de los grilletes opresivos de su puesto, con una mirada envidiosa y rencorosa al dueño de la fábrica, al empleador, al director, al párroco: a todos los que han tenido mejor suerte. Tal vez algunos de estos descontentos también han abierto las compuertas de su elocuencia y sus ideas subversivas han brotado a borbotones para eliminar las diferencias de clase y el orden social actual. Todo esto sonaba más plausible y justificado para ustedes, estudiantes de un internado, alejados del mundo, tanto más posible y justificado cuanto realmente sus ojos curiosos encontraron confirmados muchos de los agravios de los que se habían quejado. Y así ustedes, mis queridos congregantes, se convirtieron inconscientemente en social-demócratas en miniatura... Pero esto es probablemente cierto para muy pocos de nosotros, ya que muchos de nosotros pasamos sus vacaciones, plenas de trabajo y bajo la sombra protectora de un pueblo pacífico.



[1] Insertado por el editor, sin título en el manuscrito

[2] Esclavo


sábado, 25 de julio de 2020

EL P. KENTENICH FUE POBRE




EL P. KENTENICH FUE POBRE
María Ximena O'Ryan S.

Al iniciar la lectura del texto ofrecido para este taller en la presentación, aparece una frase que me conmovió. “El Padre Kentenich fue pobre”. Al reflexionar sobre su historia, desde su concepción (aparentemente no deseado) la situación familiar de su madre, lo que sabemos de su niñez que todo escaseaba; tanto así para que su madre en muchas horas de discernimiento optara por llevarlo y dejarlo en un orfelinato. En nuestro país llamaríamos un niño SENAME.

Tal vez encontramos en esta raíz tan profunda de su historia personal, que hace que nuestro Padre tuviera una especial sensibilidad frente al tema pobreza. No era teoría. El, la había experimentado desde su nacimiento.

Es también en el campo de concentración de Dachau, donde nuestro Padre experimenta la crueldad expresada en la pobreza material, de alimento, de espacio, de vivir en un infierno donde se trata del despojo de la dignidad humana para hacerlos esclavos de un régimen.

Resulta importante que el PK siempre ve la pobreza material y la pobreza espiritual como un todo, ya que la solución que el propone tiene una dimensión integradora en el ser humano y su dignidad.

CAUSAS DE LA POBREZA Y SU VIGENCIA HOY EN NUESTRA PATRIA

Una de ellas es el sistema económico vigente. ¿Es hoy en Chile una de las causas del deterioro de la convivencia país? Un trabajador con ingreso que no permite una vida digna. Una iglesia distanciada de las necesidades reales de la mayoría y que su evangelización aparece descarnada y sin respuesta a la crisis.

UNA REVOLUCIÓN, PERO COMO DIOS LA QUIERE

No sólo cambiar actitudes, luchar por cambiar la situación.

Coloquemos a la persona en el centro de nuestro empeño por reformar la sociedad

Salvemos su dignidad y sus derechos fundamentales a la libertad y a la propiedad privada.

En definitiva, una revolución que integre lo religioso moral a las otras dimensiones del ser humano. ¿cómo aportamos como schoenstattianos a esta revolución?

 


jueves, 23 de julio de 2020

No solo actitudes, sino también crear situaciones sociales




No solo actitudes, sino también crear situaciones sociales

Verónica Bunster P. 

Ciertamente, toda la vida del p. Kentenich hacia la adultez estuvo rodeada de ambientes carentes y desprovistos de necesidades básicas. Me impresionaron vivencias como: “en el orfelinato, sólo los días domingos contaba con un par de zapatos”, en el seminario regalaba sus frazadas para quienes pasaban más frío, con gran preocupación se enteró también de la discriminación sufrida por algunos jóvenes al regreso de la guerra por las diferencias de clases sociales y Dachau fue una experiencia de muerte, de locos, de esclavos y de paganos. Todo lo conducía a una misión hacia los más necesitados, sensibilizando a sus alumnos en la solidaridad cristiana, para enfrentar la miseria. Pronto la Divina Providencia le abriría un nuevo camino, solicitado por el papa, para dedicarse con su movimiento a la formación del pueblo de Dios, y abarcaría la miseria, no sólo desde la perspectiva material, sino también en la carencia de lo religioso, moral y espiritual.

Es así como el p. Kentenich con su experiencia de vida y en el contacto con la realidad humana y sus carencias, busca las causas de la pobreza y se dedica por completo a la dignidad  y vida del hombre para que éste encuentre su plenitud. De ahí su análisis y críticas a  los sistemas sociales, estructuras económicas e instituciones políticas. Derechamente habla del capitalismo como una forma de esclavitud al sistema por quienes no poseen más que su capital humano como trabajo y fuente de ingreso, la tecnologización y mecanización como una forma de desintegrar a la persona y bloquearle la creatividad y todo esto, con una frágil o nada de base religiosa, que sustente su existencia. Por otro lado, el bolchevismo que se preocupa de resolver lo material y económico en un ámbito netamente terrenal, incitando a la revolución del proletariado.

El p. Kentenich nos dice que la falta de pan (material, vivienda, trabajo, etc), de hogar (libertad, trascendencia y comunidad) y de vínculo con Dios, finalmente, lleva al hombre a una sed de felicidad y de ser valorado en su persona y, a mi entender, pienso que eso lleva al hombre a adecuarse al sistema, sea cual fuere, y a las condiciones que le cubran esta sed.

Desde mi adolescencia me fui formando con un p. Kentenich muy educador y paternal, marcado por su audacia y confianza en la Divina Providencia a través de su profunda vivencia de la alianza de Amor con María y su paulatina expansión de su carisma marcado por la formación del hombre nuevo que renueve este mundo en Cristo con un espíritu mariano, conformando una comunidad nueva, diferente. En este contexto, me sorprende esta arista de su preocupación particular y vivencial por lo social, por los más segregados y pobres, que siempre eché de menos en su legado, pero que no dice relación con el paternalismo solidario, al cual uno, ya de adulto, se ha ido acostumbrando.

En su don profético, nuestro fundador busca encontrar soluciones profundas que aquejan las necesidades sociales que apuntan a dignificar al hombre y su tensión con la comunidad y los sistemas políticos, económicos y sociales del mundo entero. Si bien es cierto, no sólo nos invita a cambiar actitudes, sino también a luchar por cambiar la situación. Pero alude a que no se puede abarcar todo y debe partir desde algo central, y pienso que es desde lo más pequeño, que es cada uno de nosotros que comienza a tomar conciencia y transformar el corazón para ponerlo al servicio de esta transformación. Se trata de ser consistente en nuestra manera de pensar, actuar y amar haciéndolo consecuentemente con el evangelio, seguir las huellas de Cristo, pero de la mano de María. En la medida que tengamos un trato digno, justo y solidario (apoyo espiritual, moral y religioso) con quienes trabajan en mi casa, en nuestro lugar de trabajo, con nuestros hijos y pololos, ya estaremos aportando un granito de arena para producir inicios de transformaciones. No sólo actitudes, sino situaciones. Transformaciones profundas del corazón. Educar y dejarse educar, escuchando, conduciendo, acompañando y despertando vida en la valoración de las personas.

 


martes, 21 de julio de 2020

EL P. KENTENICH Y LA POBREZA



El p. Kentenich y la pobreza, por Ignacio Ramírez


Ante todo, expresar que no siempre conocemos todo el espectro de pensamiento del p. Kentenich y en particular que ha abordado el ámbito de la problemática social de la sociedad y de sus integrantes y en especial abordando la pobreza.

Me parece que el p. Kentenich tiene por una parte la autoridad moral para hablar de la pobreza dada su propia experiencia personal de su vida y por otra parte de su calidad espiritual y de fe. Su vivencia de vida pobre desde niño y su experiencia como educador de jóvenes en momentos críticos de la historia (circunstancias de guerra) y su propio padecimiento de esta misma y esa capacidad para percibir la fragilidad y padecimiento del ser humano en esas circunstancias.

Lo importante del pensamiento social del p. Kentenich respecto de la pobreza, es que nos abre nuestra mirada desde lo estrecho o limitada meramente en lo económico hacia diferentes rostros o aspectos de la pobreza de las personas, aquellas asociadas al alimento, al hogar, a los derechos, sino que también de pobreza religiosa aspectos que pudo propiamente experimentar como en momentos de sufrimiento (campo de concentración) las personas muestran una ciudad de muerte, de locos, de paganos; marginación por la raza. Es decir, no sólo desde el punto de vista espiritual sino también haciéndose cargo de los casos concretos de dolor y pobreza, de necesidad y carencia.

Teniendo presente que el p. Kentenich educaba a los jóvenes en sensibilidad y discernimiento en los problemas sociales y pobreza con una “sensibilidad social cristiana” nos debemos preguntar si ante “el despertar de Chile”, ¿estoy mirando y evaluando o juzgando con esa mirada que el p. Kentenich educaba?  Por otra parte, al igual que la guerra entre esos jóvenes transitoriamente superaron la discriminación de clases, actualmente la Pandemia también nos está llevando a sensibilizarnos que pega a todos por igual. Sin embargo, podemos asumir razonablemente que al igual que aquellos una vez pasada la situación concreta volveremos a la misma discriminación.

Como nos enseña el p. Kentenich la solidaridad entendida como mutuo apoyo material, moral y religioso, debe ser un valor de permanente vigencia.

Podemos concluir que la pobreza como parte de la problemática social es un tema más complejo que solo lo material y que requiere abordarse desde una mirada integral del ser humano. Diría que a menudo nosotros pasamos por alto esta mirada “integral” (de los sistemas sociales, modelos económicos, estructura política).  Mas bien le damos una mirada “politiquera” (bando político).

El p. Kentenich poniendo su mirada desde un trabajador (obrero) identifica que vive una doble esclavitud: la del sistema y la del capitalista, encontrando que las causas de la pobreza provienen de:

  • sistema economicista, materialista, capitalista; que lleva a desnaturalización del trabajo y pérdida de su sentido;
  • industrialismo, tecnificación y mecanización del trabajo (hacedor de cosas no creativo), y nueva forma de estado;
  • creciente separación de la Iglesia con el pueblo y la debilidad de la fe.

La propuesta de Schoenstatt se centra en la necesidad de preocuparse por todo el hombre y hacerlo a través de la educación de valores religiosos y morales, teniendo visión universal (para todos y todas las dimensiones de la persona y una visión liberadora de su relación con Dios y de los aspectos económicos, políticos, sociales, morales, etc.

Si miramos los acontecimientos en nuestra sociedad de colusión y de sobornos en la política podemos deducir la existencia de esta falta de moral.

Para evitar el riesgo que la propuesta de transformación religioso moral se convierta en algo meramente espiritualista creo en lo personal debe partir esta educación por uno mismo, pero como Dios quiere. En lo grupal como Familia de Schoenstatt deberíamos tener un foco específico de concentración y que nos permita concretar una transformación.