¿Qué quiere decir cuando hablamos del “ethos del
trabajo”?
Rafael Mascayano M.
En nuestra vida cotidiana, nos
encontramos constantemente ante situaciones en las cuales decimos que son
éticas o no éticas. Pero ¿a qué nos referimos con eso? De inmediato nos vienen a
la cabeza palabras como justicia o injusticia, a corrupción, dignidad personal,
honestidad, congruencia entre lo que hacemos y decimos, responsabilidad, buen
trato a las personas, responsabilidad con lo que se realiza, etcétera.
Si lo analizamos, veremos que son
acciones, son comportamientos concretos ligados a una forma de vivir, a ciertos
principios, a una antropología. Si hablo de la importancia de la relevancia de
la dignidad de las personas, se supone que mi comportamiento debe ir ligado a
dicho principio; si hablo de la relevancia de la confianza en los demás, mis
comportamientos debiesen ir en esa línea; si hablo de la importancia de la
verdad, se supone que mis comportamientos serán siempre buscando lo verdadero;
y así en todo lo que digo creer. Y cuando eso no sucede, es que surge la
situación de incongruencia, de inconsistencia, de poca credibilidad entre los
principios a los cuales digo adherir y mi comportamiento concreto.
Cuando hablamos de lo ético o
moral, estamos hablando de acciones concretas que van en la búsqueda de la
verdad, de la justicia, del amor, van en la búsqueda del buen vivir de las
formas que ayuden al ser humano a ser mejor ser humano. Y si esto lo colocamos
en clave cristiana, es a vivir en la conciencia de que todos somos hermanos, de
que todos somos hijos de Dios, de que todos tenemos derecho a ser felices, a no
discriminar a nadie, a que cada persona pueda sentirse co-creador con Dios en
la creación de un mundo mejor y no solo con palabras, sino con acciones
concretas.
Para el p. Kentenich, el
planteamiento tomista de ser causas segundas es muy claro y relevante, estamos
llamados a construir el Reino de Dios acá en la tierra, en todas las realidades
humanas que nos toca vivir. Por eso nos repite una y otra vez que todo lo
humano debe estar traspasado por Cristo, que todo lo humano agrada a Dios y no
hay nada que esté fuera de Él. En nuestro lenguaje, todo lo que encamina al ser
humano a Dios, es éticamente adecuado, todo lo que lo aleja no es de Dios.
Hernán Alessandri decía que el p.
Kentenich no era ni anti marxista, ni anticapitalista, él era anticolectivista,
que veía como bueno todo aquello que ayudase a dignificar al ser humano,
viniese de donde viniese y estaba en contra de todo aquello que atentara contra
la persona, viniese de donde viniese. El p. Kentenich era muy práctico, por lo
tanto, buscaba permanentemente el que los schoenstattianos fuésemos a la
acción, a las prácticas concretas que ayudasen a las personas ser más personas:
un trato adecuado, salarios que les permitan mantener y propender realidades
dignas, habitaciones donde las personas puedan crecer y desarrollarse
adecuadamente… Hernán nos dice en la Jornada de Montahue: “Lo que al p.
Kentenich le interesa es si estamos luchando o no por construir un mundo más
personalizado, por una comunidad más humana, independiente de su ideología
política”.
Por lo tanto, en el “ethos del
trabajo”, hablamos de un conjunto de prácticas concretas que ayudan a que todos
los seres humanos tengan las condiciones reales para ser más seres humanos. Es
un lugar, un “ambiente” que habla en lo concreto de los principios en los
cuales creemos, de un Dios que es verdad, que es justo, que es amor.
Es hacer vida lo que el apóstol santiago nos decía:
"Hermanos, si uno dice
que tiene fe, pero no viene con obras, ¿de qué le sirve? ¿Acaso lo salvará esa
fe? 15.Si un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse ni qué comer,
16.y ustedes les dicen: «Que les vaya bien, caliéntense y aliméntense», sin
darles lo necesario para el cuerpo; ¿de qué les sirve eso? 17.Lo mismo ocurre
con la fe: si no produce obras, muere solita. 18.Y sería fácil decirle a uno:
«Tú tienes fe, pero yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré
mi fe a través de las obras." (Santiago,
2, 14-18)
Ya, en su primera charla sobre
el pensamiento social que el p. Kentenich les dio a los seminaristas el 2014 en
Schoenstatt, tomó 4 puntos que hasta el día de hoy son relevantes: La oración por lo social, el conocimiento
social, la actitud social y la acción social. Schoenstatt se construye
desde la oración a la acción, y sobre todo en la renovación religiosa moral de
nuestra sociedad.