lunes, 31 de agosto de 2020

Enrique Shaw

"Que en la empresa haya una comunidad humana; que los trabajadores participen en la producción y, por lo tanto, den al obrero el sentido de pertenencia a una empresa; que le ayude a adquirir el sentido de sus deberes hacia la colectividad, el gusto por su trabajo y de la vida, porque ser patrón no es un privilegio, sino una función." 

Enrique Shaw



https://empresa.org.ar/2020/consistencia-y-enrique-shaw/

 


martes, 18 de agosto de 2020

ETHOS DEL TRABAJO

 

¿Qué quiere decir cuando hablamos del “ethos del trabajo”? 

Rafael Mascayano M.

En nuestra vida cotidiana, nos encontramos constantemente ante situaciones en las cuales decimos que son éticas o no éticas. Pero ¿a qué nos referimos con eso? De inmediato nos vienen a la cabeza palabras como justicia o injusticia, a corrupción, dignidad personal, honestidad, congruencia entre lo que hacemos y decimos, responsabilidad, buen trato a las personas, responsabilidad con lo que se realiza, etcétera.

Si lo analizamos, veremos que son acciones, son comportamientos concretos ligados a una forma de vivir, a ciertos principios, a una antropología. Si hablo de la importancia de la relevancia de la dignidad de las personas, se supone que mi comportamiento debe ir ligado a dicho principio; si hablo de la relevancia de la confianza en los demás, mis comportamientos debiesen ir en esa línea; si hablo de la importancia de la verdad, se supone que mis comportamientos serán siempre buscando lo verdadero; y así en todo lo que digo creer. Y cuando eso no sucede, es que surge la situación de incongruencia, de inconsistencia, de poca credibilidad entre los principios a los cuales digo adherir y mi comportamiento concreto.

Cuando hablamos de lo ético o moral, estamos hablando de acciones concretas que van en la búsqueda de la verdad, de la justicia, del amor, van en la búsqueda del buen vivir de las formas que ayuden al ser humano a ser mejor ser humano. Y si esto lo colocamos en clave cristiana, es a vivir en la conciencia de que todos somos hermanos, de que todos somos hijos de Dios, de que todos tenemos derecho a ser felices, a no discriminar a nadie, a que cada persona pueda sentirse co-creador con Dios en la creación de un mundo mejor y no solo con palabras, sino con acciones concretas.

Para el p. Kentenich, el planteamiento tomista de ser causas segundas es muy claro y relevante, estamos llamados a construir el Reino de Dios acá en la tierra, en todas las realidades humanas que nos toca vivir. Por eso nos repite una y otra vez que todo lo humano debe estar traspasado por Cristo, que todo lo humano agrada a Dios y no hay nada que esté fuera de Él. En nuestro lenguaje, todo lo que encamina al ser humano a Dios, es éticamente adecuado, todo lo que lo aleja no es de Dios.

Hernán Alessandri decía que el p. Kentenich no era ni anti marxista, ni anticapitalista, él era anticolectivista, que veía como bueno todo aquello que ayudase a dignificar al ser humano, viniese de donde viniese y estaba en contra de todo aquello que atentara contra la persona, viniese de donde viniese. El p. Kentenich era muy práctico, por lo tanto, buscaba permanentemente el que los schoenstattianos fuésemos a la acción, a las prácticas concretas que ayudasen a las personas ser más personas: un trato adecuado, salarios que les permitan mantener y propender realidades dignas, habitaciones donde las personas puedan crecer y desarrollarse adecuadamente… Hernán nos dice en la Jornada de Montahue: “Lo que al p. Kentenich le interesa es si estamos luchando o no por construir un mundo más personalizado, por una comunidad más humana, independiente de su ideología política”.

Por lo tanto, en el “ethos del trabajo”, hablamos de un conjunto de prácticas concretas que ayudan a que todos los seres humanos tengan las condiciones reales para ser más seres humanos. Es un lugar, un “ambiente” que habla en lo concreto de los principios en los cuales creemos, de un Dios que es verdad, que es justo, que es amor.

Es hacer vida lo que el apóstol santiago nos decía:

"Hermanos, si uno dice que tiene fe, pero no viene con obras, ¿de qué le sirve? ¿Acaso lo salvará esa fe? 15.Si un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse ni qué comer, 16.y ustedes les dicen: «Que les vaya bien, caliéntense y aliméntense», sin darles lo necesario para el cuerpo; ¿de qué les sirve eso? 17.Lo mismo ocurre con la fe: si no produce obras, muere solita. 18.Y sería fácil decirle a uno: «Tú tienes fe, pero yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe a través de las obras." (Santiago, 2, 14-18)

Ya, en su primera charla sobre el pensamiento social que el p. Kentenich les dio a los seminaristas el 2014 en Schoenstatt, tomó 4 puntos que hasta el día de hoy son relevantes: La oración por lo social, el conocimiento social, la actitud social y la acción social. Schoenstatt se construye desde la oración a la acción, y sobre todo en la renovación religiosa moral de nuestra sociedad.

 


martes, 11 de agosto de 2020

LA DOCTRINA SOCIAL, BROTA DEL CORAZÓN

 Susana Arregui G.

Hace unos días mi hija Teresa me mandó un video de uno de mis nietos pequeños. En el video se veía a Mateo, de cuatro años, muy serio y estirado, de pie frente al televisor y con un birrete en la cabeza. Era el día de su graduación de la escuela infantil y, debido a la pandemia, lo estaban haciendo a través de zoom. Al mirarlo me llené de nostalgia, ¡qué pena!, pensé, no puede vivirlo de verdad. Pero al observar a mi nieto, me di cuenta que sí lo estaba viviendo de verdad, para él no había diferencia entre lo presencial y lo virtual.

Entonces pensé en el Padre Kentenich. Para nuestro Padre lo natural y lo sobrenatural estaba unido, la forma que tenía de mirar los acontecimientos y a las personas no era lineal, era global y lo hacía con la mirada de María. Desde esta perspectiva me gustaría contestar a las preguntas del tema.

Una de las cosas que más me impresionan del Padre es que a él le importaba el ser humano en su integridad. En el Acta de Prefundación, de la que se hace alusión el texto del P. Patricio, él habla de la importancia de conocer el interior del hombre, “el micro mundo”, de la necesidad de que los avances y la técnica sea para el hombre y no al revés. Yo creo que ese es el primer principio en su doctrina social: LA DIGNIDAD DEL HOMBRE.

En una de las tarjetitas del “Teléfono del Padre” que podemos coger en la cripta del Santuario se lee: Schoenstatt se construyó desde el servicio desinteresado a cada persona y así debe seguir siendo.

Como decía al principio su mirada iba mucho más allá que la de cualquier persona, porque miraba con los ojos de Maria ¿Cómo experimentó el horror de Dachau? En ese tiempo el padre experimentó de una manera brutal lo que significa para el hombre perder su dignidad, su libertad, todo lo que posee. Y como María, todo lo que vivía lo guardaba en su corazón y lo transformaba en obra y misión para su familia de Schoenstatt.

Me gusta la forma que tenía el Padre de tratar al prójimo, porque lo trataba con respeto, con dignidad, no con un paternalismo barato. A veces entendemos el trato con el pobre así: desde arriba sin ponernos a su altura.

Si pensamos en los retos que tenemos en Schoenstatt respecto a la doctrina social de nuestro Padre yo creo que depende del país en el que estemos. En España tengo la sensación de que aun estamos muy lejos de vivirla. Es verdad que se van dando pasos en ese sentido, pero lo hacemos como separándolo de lo demás, como diciendo: esto es aparte.

La esencia de la Doctrina Social de la Iglesia está en el Evangelio, no hay otra cosa, esta en su ADN. Lo mismo debe ser en Schoenstatt, siendo fieles a la doctrina social de Padre Fundador.

Pienso que algunas veces los proyectos, los ideales los planes pastorales los ponemos por encima de las personas, como si las utilizáramos y así nos saltamos el principio de la dignidad de la persona.

La doctrina social no puede surgir del intelecto, solo puede ser real si brota del corazón. Tenemos que creer que Cristo está en el otro y actuar no porque es nuestro deber sino porque es su derecho.

Nuestro Padre nos enseña a comprometernos con el hombre de nuestro tiempo, nada de lo que sucede a nuestro alrededor nos debe ser ajeno y, como él nos dijo: tener la mano en el pulso del tiempo y el oído en el corazón de Dios.

 

martes, 4 de agosto de 2020

UNA REVOLUCIÓN COMO DIOS QUIERE

Por Rodolfo Monedero Wassmann

Uno de los aspectos que más me atraen del pensamiento social de nuestro padre es que contempla la cuestión social proponiendo, no sólo medidas asistenciales, sino también un trabajo de transformación del mundo, “una revolución, pero como Dios la quiere”.

Y esa transformación la enfoca desde el universalismo y, a la vez, desde la unilateralidad orgánica. Universalismo, porque abarca a todos los hombres y a todas las dimensiones (terrenales y espirituales) del ser humano. Y unilateralidad orgánica, porque propone abordarla por el camino de la educación, educación de uno mismo y educación de los demás.

Todo cristiano y, con mayor motivo, todo schoenstattiano está llamado a trabajar en la educación de sí mismo. Sin embargo, no todos estamos llamados a trabajar directamente en el mundo de la educación de otros. Pero hay muchos modos de influir indirectamente en la educación, desde el testimonio de un comportamiento honesto en los negocios, hasta el trato de respeto a la dignidad humana en la empresa, pasando por una participación en el ámbito político que busque el bien común y no el desprestigio del adversario.

Después de vivir 6 años en Alemania, me ha llamado la atención cómo allí, por ejemplo, cuando un político es sorprendido en un comportamiento poco ético, no le queda otra alternativa que la dimisión. En España, por el contrario, incluso entre partidos con posiciones políticas antagónicas, se tapan unos a otros, porque todos tienen cosas que ocultar. En este sentido es significativo que desde hace unos años, los españoles señalen a los políticos como uno de los mayores problemas de la sociedad española. Y sin embargo la corrupción no es penalizada electoralmente.

El PK habla de un alejamiento de Dios y de la Iglesia por parte del pueblo sencillo y de los trabajadores. En este punto deberíamos preguntarnos si ese alejamiento no tiene una de sus causas en que, como miembros de la Iglesia, nuestro comportamiento ha sido insuficiente en el trabajo de transformación social.

Es cierto que cuando uno investiga y busca, encuentra foros y grupos que, desde la fe, trabajan por una mejora de la sociedad en todos sus niveles. Pero también es cierto que esas instancias no tienen, hoy por hoy, la suficiente visibilidad social como para que sean percibidas por el resto de la sociedad como agentes de cambio.

Nuestro padre señala que a menudo, quienes no sufren carencias sociales viven un ideal matrimonial muy tibio. A las carencias que él señala, podríamos añadir actualmente otras que se han ido dando desde que él diera sus jornadas en los años 30 o en la posguerra europea. Por citar algunas en la España de hoy, aparte de la pobreza y la exclusión social, ya de por sí suficientemente graves, están la crisis habitacional, sueldos insuficientes, el desempleo endémico, una educación cada vez más deficiente y un progresivo alejamiento de Dios.

Por lo tanto, creo descubrir una llamada de nuestro padre a vivir nuestro ideal (personal, matrimonial o de comunidad de Schoenstatt) de forma exigente, y con una clara conciencia social, de modo que seamos capaces de ofrecer un testimonio evangélico y un liderazgo profético para la España de hoy.

 


sábado, 1 de agosto de 2020

LA VIDA INSTITUCIONAL Tercera parte

LA VIDA INSTITUCIONAL, UNA ESCUELA DE PENSAMIENTO

Y ACCIÓN SOCIAL (septiembre – octubre 1914)

Tercera parte

Con la misma facilidad y naturalidad, la comprensión social puede ser transmitida por la “sección eucarística”. Después de todo, ha puesto el misterio central de toda nuestra religión en el centro de su más vivo interés. Iluminada por los rayos de la luz del Santísimo, quiere hacer suyos los impulsos y deseos del corazón de Jesús, reflexionar sobre sus pensamientos, para aprender desde este punto de vista seguro a juzgar y desenmarañar los complejos problemas de la vida moderna, entre ellos la cuestión social. Todavía está por considerar cómo se puede hacer esto en la práctica.

En cualquier caso, estos temas no deben cambiar sustancialmente el carácter de las secciones individuales. De lo contrario tendríamos algo ambiguo y luego, ¡nada!

Sin embargo, mucho más importante que la educación para la comprensión social es la educación para el espíritu social, para la acción social. Es como con todas las exigencias de la vida moral. El conocimiento por sí solo no sirve, como tampoco aprender las reglas de un idioma extranjero o las matemáticas o cualquier otra materia arbitraria tiene mucho propósito. Lo principal es siempre la práctica constante. Y cada ejercicio práctico de una verdad reconocida arroja una luz más brillante sobre ella. De ahí el hecho de que la gente sencilla que vive enteramente de acuerdo con sus creencias, a menudo posee un conocimiento admirablemente profundo y seguro de la religión. Sí, la educación para el espíritu y la acción social, ¡es en lo que debemos centrarnos!

Seguramente pensarán ahora: ¡0h, si yo estuviera afuera en la escuela secundaria, maestro de mí mismo y de mi tiempo, sería uno de los primeros en unirme al movimiento de estudios sociales, pero aquí en la eterna monotonía, donde todo está ordenado con precisión, donde no hay espacio y lugar para la actividad social!

Ciertamente, la vida del internado tiene sus lados oscuros. A menudo he señalado esto y mostrado la manera de convertir estas desventajas en ventajas, las piedras en oro. Pero esta vez la relación se invierte. Esta vez, la educación del internado tiene una ventaja sobre la educación individual. Es cierto que aquí no tenemos oportunidad de practicar la misericordia con los necesitados, pero -con la mano en el corazón- aunque estuviéramos fuera y, muy improbablemente, tuviéramos los medios materiales necesarios a nuestra disposición, ¿incluiríamos realmente la práctica de las obras corporales de misericordia en nuestro horario espiritual? Uno puede dudar de esto hasta que la experiencia nos enseñe lo contrario. Es cierto que no podemos hacer nada espectacular aquí. ¿Los haríamos afuera? Esa es precisamente la extraordinaria ventaja de nuestra vida institucional, que el orden ordinario y cotidiano puede ser un estímulo ininterrumpido para la actividad social. Si tan sólo entendiéramos el arte de conjurar, como Moisés con su bastón, hacer brotar, desde el pedregal de la vida cotidiana, fuentes vigorizantes de acción social refrescante. Bueno, tenemos la varita mágica en nuestras manos: son nuestras “secciones”, que estimulan y aumentan la investigación y la lucha por la perfección integral e independiente, por la autoeducación para la vida práctica. ¿Usará este bastón? ¿O dudan de su éxito? Entonces seguramente tienen una idea equivocada de su tarea. Si queremos desarrollar una actividad social generosa en la vida futura, entonces nuestro mayor acto social ahora debe consistir en la adquisición del espíritu social.

El espíritu social es el espíritu de amor, de bondad, de consideración con los demás, de empatía con las necesidades ajenas y disposición para ayudar con tacto. En una palabra: el espíritu del genuino heroísmo de sacrificio cristiano.

Ahora, gradualmente, una luz está empezando a iluminar sobre nosotros. Lo veremos aún más claramente si señalo que este espíritu social sólo puede existir donde el egoísmo, el egocentrismo y el individualismo son combatidos vigorosamente. ¡Esto nos abre un amplio campo de actividad social!

¡Claro! Cuando se nos dice que el egoísmo irreflexivo es el sello distintivo de un niño mimado, ese carácter sólo comienza a formarse cuando se busca conscientemente la bondad y la consideración por los demás, asentimos con la cabeza como si esto fuera una verdad para nosotros. Con indignación escuchamos a un Nietzsche proclamar sus principios de lucha contra todos los débiles y enfermos. Sin embargo, si miramos más profundamente y más de cerca, podríamos sentirnos como el superhombre egoísta y pedante encarnado. ¿No pertenecemos también a esas personas que siguen siendo egoístas, es decir, en cierto modo infantiles, toda su vida? El único progreso entonces es que el egoísmo irreflexivo se convierte en un egoísmo presuntuoso, arrogante. Son personas alternativamente egoístas y nobles, o suelen ser egoístas y sólo nobles de vez en cuando, cuando sus sentimientos se vuelven fuertes y directos. Todas estas son sólo diferentes formas de egoísmo. Para adquirir el espíritu social, debemos ser, por principio, amables y considerados.

¿Quieren saber ahora sus oportunidades de tu actividad social? Oh, entonces podríamos empezar cada mañana, temprano y terminar por la noche. Podemos enumerar todos los puntos individuales, considerar el horario espiritual y los estatutos desde un punto de vista social. Sin duda sería un tema muy agradecido: "Cómo me educan los estatutos para hacer trabajo social" o tal vez igual de práctico: ¡los juegos comunes, el descanso, las comidas! ¡Todas estas ocasiones pueden ser un gran golpe para nuestro excesivo egoísmo! Por supuesto que podemos evitar, esquivar, refunfuñar y criticar. Pero si lo hacemos, entonces no nos tomamos en serio nuestra autoeducación como acto social.

Pero tal vez les gustaría que yo arrojara algo de luz sobre esto. La tendrán. Un compañero está triste, o encuentra poca simpatía, o no se lleva bien con los demás, es siempre objeto de burlas, lo molestan, le ofenden, se le ridiculiza; nuestro lugar está al lado de la persona que está afligida, con ella seremos especialmente amables y si es posible le defenderemos de los ataques. En cambio, nosotros mismos a menudo torturamos a los demás con nuestro comportamiento, con nuestras bromas. Simplemente no tenemos ninguna comprensión para los sentimientos ajenos. Todos exigimos consideración de nuestros superiores, ¿y nosotros? Recordemos el principio de San Francisco de Sales: "Se pueden atrapar más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre...” ¡y eso vale para nosotros también!

Por lo tanto, más indulgencia, más servicio, humildad, indulgencia en el juicio y participación en la felicidad y la desgracia. Los grandes contra los pequeños... El comportamiento en la sala de estudio...