jueves, 23 de julio de 2020

No solo actitudes, sino también crear situaciones sociales




No solo actitudes, sino también crear situaciones sociales

Verónica Bunster P. 

Ciertamente, toda la vida del p. Kentenich hacia la adultez estuvo rodeada de ambientes carentes y desprovistos de necesidades básicas. Me impresionaron vivencias como: “en el orfelinato, sólo los días domingos contaba con un par de zapatos”, en el seminario regalaba sus frazadas para quienes pasaban más frío, con gran preocupación se enteró también de la discriminación sufrida por algunos jóvenes al regreso de la guerra por las diferencias de clases sociales y Dachau fue una experiencia de muerte, de locos, de esclavos y de paganos. Todo lo conducía a una misión hacia los más necesitados, sensibilizando a sus alumnos en la solidaridad cristiana, para enfrentar la miseria. Pronto la Divina Providencia le abriría un nuevo camino, solicitado por el papa, para dedicarse con su movimiento a la formación del pueblo de Dios, y abarcaría la miseria, no sólo desde la perspectiva material, sino también en la carencia de lo religioso, moral y espiritual.

Es así como el p. Kentenich con su experiencia de vida y en el contacto con la realidad humana y sus carencias, busca las causas de la pobreza y se dedica por completo a la dignidad  y vida del hombre para que éste encuentre su plenitud. De ahí su análisis y críticas a  los sistemas sociales, estructuras económicas e instituciones políticas. Derechamente habla del capitalismo como una forma de esclavitud al sistema por quienes no poseen más que su capital humano como trabajo y fuente de ingreso, la tecnologización y mecanización como una forma de desintegrar a la persona y bloquearle la creatividad y todo esto, con una frágil o nada de base religiosa, que sustente su existencia. Por otro lado, el bolchevismo que se preocupa de resolver lo material y económico en un ámbito netamente terrenal, incitando a la revolución del proletariado.

El p. Kentenich nos dice que la falta de pan (material, vivienda, trabajo, etc), de hogar (libertad, trascendencia y comunidad) y de vínculo con Dios, finalmente, lleva al hombre a una sed de felicidad y de ser valorado en su persona y, a mi entender, pienso que eso lleva al hombre a adecuarse al sistema, sea cual fuere, y a las condiciones que le cubran esta sed.

Desde mi adolescencia me fui formando con un p. Kentenich muy educador y paternal, marcado por su audacia y confianza en la Divina Providencia a través de su profunda vivencia de la alianza de Amor con María y su paulatina expansión de su carisma marcado por la formación del hombre nuevo que renueve este mundo en Cristo con un espíritu mariano, conformando una comunidad nueva, diferente. En este contexto, me sorprende esta arista de su preocupación particular y vivencial por lo social, por los más segregados y pobres, que siempre eché de menos en su legado, pero que no dice relación con el paternalismo solidario, al cual uno, ya de adulto, se ha ido acostumbrando.

En su don profético, nuestro fundador busca encontrar soluciones profundas que aquejan las necesidades sociales que apuntan a dignificar al hombre y su tensión con la comunidad y los sistemas políticos, económicos y sociales del mundo entero. Si bien es cierto, no sólo nos invita a cambiar actitudes, sino también a luchar por cambiar la situación. Pero alude a que no se puede abarcar todo y debe partir desde algo central, y pienso que es desde lo más pequeño, que es cada uno de nosotros que comienza a tomar conciencia y transformar el corazón para ponerlo al servicio de esta transformación. Se trata de ser consistente en nuestra manera de pensar, actuar y amar haciéndolo consecuentemente con el evangelio, seguir las huellas de Cristo, pero de la mano de María. En la medida que tengamos un trato digno, justo y solidario (apoyo espiritual, moral y religioso) con quienes trabajan en mi casa, en nuestro lugar de trabajo, con nuestros hijos y pololos, ya estaremos aportando un granito de arena para producir inicios de transformaciones. No sólo actitudes, sino situaciones. Transformaciones profundas del corazón. Educar y dejarse educar, escuchando, conduciendo, acompañando y despertando vida en la valoración de las personas.

 


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