lunes, 27 de julio de 2020

VIDA INSTITUCIONAL Y ACCIÓN SOCIAL P. KENTENICH

LA VIDA INSTITUCIONAL, UNA ESCUELA DE PENSAMIENTO Y ACCIÓN SOCIAL 

(septiembre – octubre 1914)

P. José Kentenich [1]

Primera parte (de tres)

Contexto: 

Esta charla se encuentra entre los llamados tres discursos sobre la "formación de lo cotidiano", que el P. Kentenich, ya como director espiritual, entregaba una vez a la semana a los seminaristas Palotinos de Schoenstatt.

Novedosamente, estas charlas incluían temas de mucha actualidad, de formación del carácter (más sicológicas), y de diálogo con los estudiantes adolescentes (algo muy inusual en esa época).

En este texto, se destaca ya el pensamiento orgánico que comenzaba a desarrollar el P. Kentenich, pues lo social estaba íntimamente interrelacionado en la:

1.    Oración personal de mañana y noche (fe personal, no solo comunitaria),

2.    Comprensión social y la acción social, y

3.    Examen particular.

No deja de ser interesante, que en ese momento existían la sección misionera y la sección eucarística. Y el P. Kentenich desarrolla la posibilidad de que se funde una “sección social”.


La vida institucional, una escuela de pensamiento y acción social [1]

El famoso explorador africano Henry Stanley, escribió una autobiografía que fue publicada por su viuda después de su muerte. Lo que nos interesa particularmente es un evento de la juventud de Stanley, a la temprana edad de 5-6 años, el desafortunado niño tuvo que dejar la casa de sus padres y mudarse al temido asilo de niños St. Asaph. "Ningún ilota[2] griego o esclavo negro", escribió más tarde él mismo, "ha tenido que soportar tal disciplina como los chicos de St. Asaph bajo el fuerte puño del maestro de escuela James Francis". Cuanto más severa la disciplina y la dureza, más grande y tormentoso se volvió de repente el deseo de Stanley por el refrescante y vigorizante sol del amor. "Debía tener 12 años antes de darme cuenta de que para un niño una madre era algo inevitablemente necesario". ¡Cómo latió su joven corazón hambriento de amor cuando escuchó que su madre estaba de visita! "Mi primer sentimiento fue que estaba encantado de tener también una madre y un medio hermano y media hermana”. El siguiente sentimiento fue de curiosidad sobre cómo era ella y si su llegada cambiaría mi situación. Francis (mi maestro) se acercó a mí durante la comida, cuando todos los internos estaban reunidos, señaló a una mujer alta con una cara redonda y alargada y una gran bola de pelo negro en la parte posterior de su cabeza y me preguntó si la reconocía. "¡No, señor!" ¿Qué? ¿ni siquiera conoces a tu propia madre? Me estremecí con la cara colorada, mirándola tímidamente y notando cómo me miraba con una mirada fría y penetrantemente crítica. Me parecía que debía desbordar de cariño hacia ella, pero su expresión era tan fría que mi corazón se cerró de golpe.

"No sé si nosotros, mis queridos congregantes, podemos ponernos en el estado de ánimo del niño amargamente decepcionado”. Creo que nuestra propia experiencia puede ser el factor decisivo. También me gustaría dejar abierto, si ya hemos penetrado tanto en la vida interior, sobrenatural, que sintamos en nosotros un ardiente anhelo de un cálido amor maternal, que estemos convencidos de la necesidad ineludible de una madre sobrenatural. La importancia de esta convicción y de este amor para nosotros, se puede ver en el hecho de que casi por sí solo determina el grado de nuestra devoción práctica y entusiasta por nuestra Congregación, que nos ha dado, por así decirlo, la perdida, olvidada o incomprendida Madre celestial de nuevo. ¿O debería María haber frustrado nuestras expectativas como la madre del joven Stanley? ¿También ella nos enfrentó fría y repulsivamente? ¡Oh no, mis queridos congregantes, y mil veces no! Desde que la encontramos de nuevo, ha obrado en nosotros todas las cosas buenas y bellas que nuestra congregación ha logrado. Para nuestra gran satisfacción y alegría, pudimos experimentar la verdad de las palabras de nuestro venerable fundador en nuestro propio cuerpo y vida: ¡Oh, qué milagros (de gracia) obrará mi Señora! Ella es la gran misionera. Experimentaremos estos milagros de la gracia aún más a menudo si nos esforzamos por convertirnos en congregantes cada vez más perfectos. Me parece que hoy la Virgen nos mira hoy con especial amor y ternura. Al igual que su estatua de allí, también puede en realidad con su mano derecha señalarnos su corazón: ¡Mira aquí mi cálido y rico corazón de madre! La mano izquierda está extendida y dirigida anhelante hacia nosotros: ¡Niño, ven, dame, préstame tu frío, sensual, insensato corazón, para que lo sumerja en el mío y lo abrigue y encienda con un santo ardor! Aceptaste con gratitud la pequeña chispa de amor de Dios que te di en la última reunión de la iglesia y, a pesar de las dificultades que se interpusieron en el camino, la preservaste y la encendiste valientemente superando el respeto humano. Te observé con emoción cada mañana y cada noche. Vi cómo luchaste. Pero has quedado vencedor, probaste que eres mi hijo. Hoy seré más generosa para demostrarte que soy tu madre. ¡Escoge lo que quieras! ¡Mira, mi corazón está abierto ante ti! El tuyo está en mi mano. ¿Cómo le doy forma? ¿Qué fuego le he de entregar?

Antes de expresar nuestro deseo, nuestra petición, consideremos primero nuestras necesidades.

Como personas razonables y decididas, hemos empezado a tomar las experiencias que hemos hecho durante las vacaciones como punto de partida para mejorar y completar nuestra autoeducación para la vida. ¿Dónde nos hemos equivocado?

Después de una interrupción de varios meses, han vuelto ustedes a pasar más tiempo con sus antiguos compañeros de escuela, sus parientes, sus hermanos y sus padres. Todos ellos trabajan tal vez en una fábrica, en una empresa o independientemente como artesanos o agricultores. ¿No han notado nada? Con el paso de los años, su visión se ha vuelto más crítica. Bueno, ¿qué han visto y oído? ¡Cuántas veces, resonaron acordes armónicos en sus oídos, de los sentimientos melancólicos y del júbilo entusiasta de los días de la movilización! Y el texto de esta melodía decía "En la guerra no hay distinciones de clase, pobres y ricos, altos y bajos: todos sin excepción, todos los aptos tienen que partir, todos corren la misma suerte, ya que llevan el mismo uniforme gris”. Pero cuando las cosas se habían calmado un poco, cuando la vida económica se recuperó, entonces se alzaron otras voces, que significaban un estridente descontento con la imponente unidad en las circunstancias de la guerra. Muchos de los que nos rodean tiraron de mala gana de los grilletes opresivos de su puesto, con una mirada envidiosa y rencorosa al dueño de la fábrica, al empleador, al director, al párroco: a todos los que han tenido mejor suerte. Tal vez algunos de estos descontentos también han abierto las compuertas de su elocuencia y sus ideas subversivas han brotado a borbotones para eliminar las diferencias de clase y el orden social actual. Todo esto sonaba más plausible y justificado para ustedes, estudiantes de un internado, alejados del mundo, tanto más posible y justificado cuanto realmente sus ojos curiosos encontraron confirmados muchos de los agravios de los que se habían quejado. Y así ustedes, mis queridos congregantes, se convirtieron inconscientemente en social-demócratas en miniatura... Pero esto es probablemente cierto para muy pocos de nosotros, ya que muchos de nosotros pasamos sus vacaciones, plenas de trabajo y bajo la sombra protectora de un pueblo pacífico.



[1] Insertado por el editor, sin título en el manuscrito

[2] Esclavo


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